La aportación de Mathias Goeritz a la arquitectura mexicana contemporánea

Mathias Goeritz, escultor alemán, generó en México un legado no sólo escultórico sino también arquitectónico, a través de una singular visión y evocación del arte contemporáneo.

Ricardo Alonso, autor AutorRicardo Alonso Seguidores: 3

Elisa Espinoza Castillo, editor EdiciónElisa Espinoza Castillo Seguidores: 1

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Este artículo fue e​scrito en co-autoría con Cyndi Viridiana Alvarado Tachiquín.

Reconocido mundialmente, generó historia y reconocimiento a través de sus contribuciones a la Escuela de Altamira en España en 1948, como miembro de la Academia de las Artes —una distinción poco común para un joven artista de esa época—. Goeritz quien desarrolló un especial interés por la filosofía y la pedagogía, defendió sus posturas ideológicas en este estado de la península Ibérica, hasta su insostenible estadía en aquel país.

La obra de arquitectura del artista alemán Mathias Goeritz en México es reconocida en relación a su colaboración con la obra del arquitecto Luis Barragán; sin embargo debido a la fuerza propia y el exorbitante reconocimiento a la obra de Barragán, al parecer, la importancia y contribución de Goeritz a la arquitectura mexicana contemporánea no es del todo valorada, al menos no antes que su obra escultórica. Se plantea la interrogante de si existe una aportación concreta de Goeritz a la arquitectura mexicana contemporánea —fuera de la contemplación de sus contribuciones como escultor para los más reconocidos e influyentes arquitectos de la modernidad mexicana—, a través de su propia obra arquitectónica, que, aunque escasa, es sumamente relevante.

Mathias Goeritz llega a México a finales de los cuarentas en un momento en que la arquitectura moderna estaba plenamente asentada; una arquitectura que en sus orígenes buscaba atender las grandes y apremiantes necesidades de la sociedad, pero que más tarde, y al igual que en otras partes del mundo, derivó en un «estilo arquitectónico» con el cual se lograba una «imagen» que reflejaba el ideal de modernidad, avance y progreso al que aspiraban las clases más altas en un momento de importante auge económico.

Este es el estado de la arquitectura en el momento de la llegada de Mathias Goeritz a México, invitado por el arquitecto Ignacio Díaz Morales para impartir clases en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara. Pero también es el momento en el que el arquitecto Luis Barragán comienza a generar un cambio con respecto de la arquitectura moderna, al crear arquitectura concebida en forma contemporánea, pero a partir de una comprensión de la propia y rica cultura arquitectónica mexicana y mediterránea. Goeritz conoce a Barragán en su casa de Tacubaya y queda fuertemente impresionado por su arquitectura, reconociendo en Barragán a alguien «dotado de una sensibilidad excepcional para la belleza y el color, y de una capacidad para comprender volúmenes en el espacio igualmente sorprendente». Por su parte, Barragán ve en Goeritz «al artista alemán moderno europeo, formado en contacto con las vanguardias […], detecta en su trabajo un proceso evidente de la abstracción de las formas —algo bastante raro en la cultura artística mexicana de aquellos años— en el que sin embargo resurgen ecos de las experiencias recientes vividas en España y en el norte de África». (Terragni, 2001:245)

Efectivamente, Mathias Goeritz fue un artista que mantuvo contacto con las principales vanguardias artísticas de principios de siglo XX, como el dadaísmo, el surrealismo y sobre todo el expresionismo. Del dadaísmo asumió el interés por la integración de la artes, y del expresionismo el interés por el privilegio del color sobre el dibujo y el interés por la abstracción, que tenía por objeto liberar a la pintura de los vínculos materiales y de la realidad para manifestar valores espirituales.

A los cuatro años de su llegada a México, Goeritz tiene la oportunidad de realizar por primera vez una obra de arquitectura por encargo del empresario Daniel Mont, para proyectar y construir con entera libertad un museo de arte. En el Museo del Eco Goeritz tuvo la oportunidad de hacer realidad la aspiración por conformar una obra de arte total que fuera capaz de integrar a las artes bajo el propósito de propiciar en el usuario emociones que le lleven a una elevación espiritual. En el Manifiesto de la arquitectura emocional (1953), Goeritz deja totalmente clara su idea del arte y la arquitectura emocional como una reacción contra los postulados de la modernidad. La importancia de este Manifiesto, y de la propia obra de arquitectura, es el hecho de que se da en un momento en el que la arquitectura moderna y el estilo internacional son plenamente hegemónicos. Sobre los propósitos manifiestos en relación a la arquitectura emocional, no se debe dejar de observar que en ellos no se niegan los valores del «funcionalismo», lo que se señala en cambio, es la exageración de la parte racional de la arquitectura. Algunos de los rasgos más destacables de esta obra de arquitectura son: la concepción del espacio arquitectónico como un gran elemento escultórico; la asimetría como algo que se observa en la construcción de cualquier ser vivo; el manejo no ortogonal de sus plantas y elementos; y el manejo de colores neutros, entre los que solo contrasta el color amarillo de la torre para inducir a una elevación espiritual.

Mathias Goeritz, Boceto para el Museo del Eco, 1953. Fuente: Morais, 1998

Otra obra arquitectónica relevante que Mathias Goeritz realizó en México son las Torres de Satélite. Es en esta obra se da una plena colaboración entre Barragán y Goeritz, volviéndose un dilema para ellos como para la labor crítica e historiográfica, el atribuir y distinguir la autoría principal de la obra. En relación a la Torres de Satélite, Goeritz explica lo siguiente:

«[…] aquí se trata por fin de una obra monumental cuya función exclusiva es la emoción. Los arquitectos insisten en que las torres no son más que una escultura, y tienen razón. Pero ¿Qué importa? Para mí son pintura, escultura, son arquitectura emocional».

Kassner (1998:117)
Mathias Goeritz diseñando la maqueta de las Torres de Satélite, 1957. Fuente: Gortázar 2001

Finalmente hay varios aspectos a destacar en relación a la aportación de Goeritz a la arquitectura mexicana contemporánea. El primero de ellos es el propio hecho de que fue uno de los primeros en reconocer el valor y el aporte de la nueva arquitectura que iniciaba Luis Barragán; tanto fue el impacto que causó en Goeritz que le llevaría a incursionar en el campo de la arquitectura. Lo segundo a destacar, es el aporte de la argumentación teórica y conceptual de Goeritz en relación a que la arquitectura no debería quedar reducida a los fines utilitarios sino que debería ser también un medio de expresión de la condición espiritual del hombre, ya que, precisamente, el arte y la arquitectura tienen la capacidad de transmitir y suscitar emociones; esto es, la «arquitectura emocional», concepto que Barragán mismo asumió posteriormente para definir su arquitectura. En relación a la integración de las artes, cabe señalar que esto es algo que ya se venía dando en la arquitectura mexicana a través de la participación del muralismo en la denominada «integración plástica»; sin embargo, es Goeritz quien ve en la arquitectura el medio para la integración de todas las artes en una especie de gran «arte total», algo que efectivamente podrá lograrse tanto en el Museo del Eco como en las Torres de Satélite. El rasgo formal más relevante que se puede destacar a partir del trabajo de Goeritz en estas dos obras de arquitectura es el de la abstracción, pero entendida no sólo como un mero recurso formal de la modernidad, sino como el medio contemporáneo del arte para expresar la condición espiritual del hombre.

Puede concluirse entonces que la influencia que Goeritz recibió del ámbito arquitectónico mexicano, más su carácter creativo desde su visión escultórica, evocó una amplia visión sobre los espacios vistos, más que como lugares habitables, como espacios memorables llenos de emociones.

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Referencias:

  • Gortázar, Fernando (2001). "Mathias Goeritz en Guadalajara". Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
  • Kassner, Lily (1998). "Mathias Goeritz una biografía". México: Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Morais, Frederico (1982). "Mathias Goeritz". México: Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Terragni, Emilia (2001). "El arte en la arquitectura". En F. Zanco, Luis Barragán: La Revolución Callada (págs. 236-251).
  • Suiza: Barragán Foundation.
  • Museo del Eco: Historia de Mathias Goeritz. Disponible en línea: http://eleco.unam.mx/eleco/inicio/el-eco/history/
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