Un escudo para un partido político

El diseño aplicado a la comunicación política es una especialidad profesional que crece en el mundo democrático. He aquí un ejemplo.

Rubén Morales, autor AutorRubén Morales Seguidores: 8

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La mayoría de las agrupaciones políticas argentinas tienen su correspondiente logotipo identificatorio, pero el radicalismo y el justicialismo —los dos grandes partidos tradicionales de alcance nacional— tienen su identidad gráfica representada por escudos. A grandes trazos, la diferencia estriba en que un logo se construye con las convenciones y creatividad dadas por las herramientas del diseño gráfico, en tanto que un escudo se ajusta a normas formales de la antigua heráldica; lo cual no impide hacerlo con creatividad, naturalmente.

El escudo justicialista tiene un origen incierto. Se utiliza como divisa del partido creado por Juan Domingo Perón desde principios de su primera presidencia (1946-1951). El emblema rescata los elementos heráldicos del escudo nacional, aunque sus líneas firmes y construcción asimétrica le daban un diseño moderno para la época. El sol naciente señala el futuro y el nacimiento de la epopeya popular peronista. En el sol hay un solo ojo, el ojo vigilante del pueblo, el oculus dei que todo lo ve, según el historiador Fermín Chávez. El gorro frigio es el clásico símbolo de la libertad republicana, también los laureles representan la victoria y la gloria, así como los colores celeste y blanco evocan la bandera nacional. Menos evidente es la interpretación de Fermín Chávez acerca de que los nódulos rojos redondos entre los laureles. Según él «reflejan la tradición del Federalismo y del primer Radicalismo (1891-1893)».

Ha causado controversias entre los analistas el hecho de que las manos se estrechen oblicuamente y no en horizontal. Para Alberto Ciria eso representaría la subordinación del pueblo unido a su líder. Claudio Panella, en cambio, señala que tal posición de las manos muestra la ayuda que el peronismo da hacia el pueblo. Fermín Chávez amplía el concepto, expresando que las dos manos unidas en diagonal representan la unión nacional a través de la colaboración entre clases sociales para una revolución no violenta, donde el que está más alto ayuda y sostiene al de más abajo. Pese a los matices, estas tres interpretaciones son complementarias y coherentes con el modelo político del peronismo en la época de la Guerra Fría, cuando proponía una «tercera posición» alternativa a la lucha de clases del comunismo y a la explotación del individuo por el capitalismo, sugiriendo un modelo (con su dosis de utopía, por cierto) de cooperación benévola entre clases sociales altas y bajas.

Lo cierto es que los componentes heráldicos del escudo tienen suficiente consistencia con la ideología partidaria para que, pasadas más de seis décadas, nadie haya intentado suplantar el viejo emblema por otro más actual. Por eso cuando me solicitaron crear una identidad gráfica para una campaña de afiliaciones al justicialismo, revisé las versiones existentes del escudo con el objeto de actualizarlo sin modificar sus rasgos tradicionales.

Desde lo conceptual, le puse un apretón de manos más descontracturado y volví a incorporar el ojo vigilante de los actos de los hombres en el cumplimiento de la ley, ya que —curiosamente— ¡había sido omitido en casi todas las versiones recientes del escudo! Una vez logrado el diseño lo proyecté en perspectiva, hacia el futuro. Para finalizar, apliqué un «sello» circular formado con palabras en la gama de colores del escudo, efecto consistente con el perfil de adherentes jóvenes que ha ganado el partido en los últimos años.

El trabajo fue aprobado como motivo identificatorio de la campaña de afiliación 2012 y se está aplicando ampliamente en afiches de vía pública, afichetas para locales de afiliación y avisos en medios gráficos. El sello funciona como elemento unificador de diferentes piezas gráficas que llevan las firmas de otros tantos dirigentes, sindicatos y agrupaciones que afilian cada uno desde sus propios locales.

Más allá de la simplicidad de este rediseño, la propuesta de este artículo es exponer, a través de un ejemplo concreto, las posibilidades (y límites) que tenemos al trabajar en comunicación política; actividad que significa interiorizarse en las ideas políticas que se quieren transmitir y conocer la historia del partido antes de empezar a bocetar. En este marco, política y diseño no son actividades disociadas sino que se interpenetran, se entrecruzan, teniendo presente que el trabajo publicitario debe conducir a un resultado final que sirva a los objetivos de la acción política.

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