Sin señales de seguridad vial
El rol de la comunicación visual en el tránsito es vital, pero no se la tiene en cuenta.
AutorGuido Battaglia Seguidores: 14
EdiciónFernando Sánchez Machado Seguidores: 5
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Cuando circulamos por las calles vemos señales de tránsito; o mejor dicho, recibimos información destinada a brindar un conocimiento. Pero ¿qué sucede cuando esta información es incompleta, deficiente o confusa, sin mencionar el peor escenario: la falta de información?
Normalmente confiamos en lo que conocemos y las señales de tránsito tienen esa virtud. Su universalidad las convierte en comunicaciones inmediatas, pero no son tan eficientes cuando se las utiliza incorrectamente. No estoy cuestionando con esto el diseño de las señales. Lo que pongo en tela de juicio es la utilización que se hace a veces de ellas.
Reza un viejo dicho: «la duda mató al hombre». En este caso podemos aplicarlo casi literalmente, ya que la información mal utilizada o ausente genera incertidumbre en los conductores. Tal vez en mi ciudad (Santa Fe) o incluso en mi país (Argentina) no nos acostumbramos a las cosas bien hechas, es por ello que tomamos naturalmente el hecho de que las fallas no se perciban adecuadamente, o que los conductores no sepan describirlas en términos específicos de una necesidad a los entes u organismos encargados.
Jorge Frascara menciona como ejemplo de una eficiente comunicación vial:
«En Canadá las carreteras están tan bien señalizadas que no parecen estar presentes los carteles y cumplen su función perfectamente, están donde se necesitan que estén».
Eso es una comunicación vial que podemos decir que cumple con lo requerido, su función básica e indispensable para asegurar la integridad de los transeúntes.
Cuando buscamos un camino o una forma de llegar a un determinado punto, las señales son la primer referencia a la cual acudimos. Su ausencia o deficiencia determina no solo la forma en la que llegamos a destino, sino que juegan un rol fundamental en cuanto a la seguridad, no podemos apartar la mirada del camino en busca de referencias que muchas veces no están, y ponernos en riesgo junto a terceros.
Ante la actual situación de cambios urbanos y de crecimiento: ¿podemos confiar en un navegador satelital? Ese que nos repite la indeseada frase —con voz femenina, generalmente con acento de España—: «recalculando», que suma más incertidumbre al conductor, porque una vez más, lo que damos por seguro nos deja sin información. Un transportista que circulaba por la ciudad, al cual entrevisté respecto a la información que existe en ciertos puntos de la ciudad de Santa Fe me dijo:
«No está nada explicado en los carteles, y para colmo «la gallega» se me perdió de nuevo».
He recorrido distintas dependencias, desde comunales a nacionales, donde nadie hizo caso de la importancia de todo lo planteado en cuanto a la relación entre la seguridad y las señales. Viejos paradigmas se adueñan de los trabajos realizados, y con viejos paradigmas me refiero a dejar una señal «para cumplir» sin pensar en la coherencia y eficiencia comunicacional que ello amerita.
A pesar de que ser responsabilidad de los gobiernos o de las concesionarias de las rutas, nosotros los comunicadores visuales también debemos hacer una verdadera autocrítica. No podemos dejar de intentar, por medio de nuestra profesión, mejorar esas «pequeñas grandes cosas» que pueden ser determinantes en lo que a seguridad se refiere. ¿Desde nuestra profesión hacemos lo necesario para que se tome la importancia a nivel social que esto amerita? ¿Nos preocupamos por la situación de lo que nos rodea, o solamente nos ocupamos de temas particulares dedicados a lo comercial?
Luego de una nota que me realizó un diario local acerca de la problemática planteada, comenzaron a colocar carteles en los sectores que ejemplifiqué como críticos en cuanto a carencias de información, lo que me lleva a la siguiente conjetura: el estado en su conjunto sólo le da importancia al valor de las comunicaciones cuando la opinión pública lo refleja y no cuando son advertidos durante años de las falencias. Ya se habló de las autocríticas del profesional del diseño a la hora de no dar a conocer los alcances de una actividad tan compleja y amplia en sus campos de trabajo, pero no vemos de parte de los estados locales la responsabilidad de aprehender la comunicación visual en beneficio de la población.
No es necesario cuestionar los pictogramas, sino replantear el uso de las comunicaciones visuales en las vías. Necesitamos comunicar, necesitamos que los conductores sean conscientes de cómo llegar, qué hacer, cómo anticiparse a una entrada, a una curva o a una salida, porque al fin y al cabo son las funciones para las cuales las señales viales fueron establecidas.
La negligencia, ignorancia o desidia de los entes burocráticos son obstáculos que los comunicadores debemos enfrentar para llevar adelante nuestra profesión, porque si bien las comunicaciones viales son una parte importante de las estructuras públicas, deben ser políticas de estado establecidas y adoptadas para evolucionar como sociedad y para nosotros, como profesionales.
Un dato estadístico para terminar: un estudio de la Universidad Tecnológica Nacional Argentina reveló que, con una correcta señalización horizontal y las banquinas en condiciones, se reducirían un 15% la cantidad de accidentes en rutas. Un dato que deja mucho para pensar...
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