Las marcas tienen sus propios enemigos íntimos

La saturación psicológica de quienes gestionan la comunicación institucional es uno de los mayores obstáculos en la construcción de marcas eficaces.

Carlos Venancio, autor AutorCarlos Venancio Seguidores: 80

Muy a pesar de nuestro sobrealimentado ego de diseñadores, el éxito de una marca no está anclado en la calidad del diseño. Dicho de esta manera temeraria, podría inferirse que la calidad del diseño no importa. Es necesario entonces destripar un poco el tema, evitando adentrarnos en las cuestiones del ego, que será tierra fértil para psicólogos, pero de poco interés para esta reflexión.

Convendrá, en primer lugar, entender qué significa el éxito en términos marcarios. Podemos ensayar (y también polemizar) que: es la capacidad que tiene un conjunto de signos para funcionar como identificadores de un grupo de ideas, atributos, actitudes, valores, objetos, servicios y mensajes, asociados a un emisor —institucional, corporativo, comercial o personal—, y por los cuales es identificado, reconocido, valorado y, eventualmente, elegido.

Sabemos, desde la actividad cotidiana y desde el mandato profesional, que una marca se construye, en una mirada clásica (y en todo caso simplista), a partir de sus signos básicos: logotipo, símbolo, colores, tipografía. A estos cuatro jinetes agrego un par de escuderos: imaginería (uso de ilustraciones, infografías y/o fotografías) y sistema o programa de uso.

La lógica pareciera indicarnos que contando con estos elementos, bien diseñados, técnica y funcionalmente aptos para las necesidades demandadas por las audiencias de nuestro caso, deberíamos estar a las puertas del éxito. Este éxito, naturalmente involucra un análisis de los diferentes discursos a los que deberá dar respuesta el sistema, es decir: cómo es capaz de hablarle a diferentes audiencias en el tono que requieren y, lo más importante, que dichas audiencias lo entiendan, adopten e, idealmente, deseen.

Básicamente de esto se trata el branding (me encantaría tener una palabra en español tan descriptiva como ésta, pero mientras tanto, vamos con el pragmatismo sajón): poseer y comunicar un discurso (estratégico) a través de un conjunto sígnico y sólidamente estructurado en un sistema de uso.

El discurso estratégico, cristalizado en la santísima y clásica trinidad misión-valores-objetivos, suele no ser tan claramente interpretada en el día a día, sobre todo en las grandes organizaciones y cuanto más nos alejamos del centro neurálgico de las mismas, aunque allí mismo, donde se toman las decisiones, también aparecen dudas.

A lo largo de los años y luego de acumular cantidad de magulladuras, hemos logrado identificar donde está uno de los puntos clave del éxito de un programa de identidad.

No era un problema de diseño...

Hemos verificado, para nuestra sorpresa, que no se trata de cuestiones técnicas, ni de alta estrategia ni mucho menos de calidad de diseño. Se trata simplemente de las características psicológicas de los humildes mortales encargados de llevarlas adelante: el boring effect (efecto eburrimiento).

El estar expuesto de manera continua y permanente al mismo estímulo y los mismos mensajes, percibidos de modo semejante por todos los medios y canales, de los cuales se conoce, espera y confirma el mismo discurso, simplemente tiende a saturar.

El síntoma es lisa y llanamente el aburrimiento. Simplemente eso: los directores se aburren, los gerentes se aburren y, la mayoría de las veces, los diseñadores también se aburren.

Uno de los trabajos más intensos a los que debemos abocarnos en nuestra responsabilidad de llevar adelante programas de identidad es a esta lucha contra el aburrimiento.

Debemos hacerles entender a los involucrados en la implementación de los programas, que el conjunto de signos que ven 200 ó 300 veces por día en envases, avisos, publicaciones o puntos de venta de su propia organización no representan ni el 1% de la cantidad de veces que sus audiencias objetivo hacen contacto con la marca en su vida cotidiana. Es más, resulta fundamental que la secuencia de contacto, que es cíclica y a veces transcurren semanas o meses entre cada contacto audiencia-marca, sea recreada de la misma manera y sin cambios, para que la última experiencia sea vinculada con la anterior y genere sinergia, sea pregnante y vaya construyendo una red de sentido, un círculo virtuoso en torno a la marca y que, en definitiva, sea una verdadera acumulación de capital para ella.

El aburrimiento debilita, enferma y puede matar cualquier programa, apresurando los ciclos, mucho antes de que lleguen a su máximo de rendimiento, provocando cambios o modificaciones, antes de que las audiencias hayan asimilado los sistemas y mecanismos de identificación y comunicación.

Hay que estar muy atentos a estos síntomas dentro de las organizaciones. Todos los actores de las mismas sufren el síndrome de hipersaturación de la propia identidad y son los más propensos a romper o «flexibilizar» su implementación. Acompañados, invariablemente, por una agencia de publicidad que se siente permanentemente «maniatada», «encorsetada», «presa» y «cohartada» por un sistema de aplicación que nunca —créanme— les permite «desarrollar su creatividad».

Una gerencia aburrida y una agencia «presa» son un coctel Molotov para cualquier programa de identidad exitoso. Frases como: «esta tipografía no es moderna» o «necesitamos otra versión del logo que sea de más impacto» o «la tendencia nos está marcando que deberíamos usar azul» o «este uso es necesario para la nueva campaña» deben funcionar como alerta roja y disparar acciones inmediatas.

Hay que resistir las tentaciones...

Resulta obvio que el éxito de un programa de identidad reside en que sea capaz de construir una marca, conocida, reconocida y valorada a largo plazo. Esto sólo puede ser posible con una aplicación coherente, consistente y consecuente «a lo largo del tiempo».

El éxito se evidencia siempre después que aparecen los síntomas de aburrimiento y está anclado en la fuerza de voluntad que tenga la organización —sus humanos responsables— de sobreponerse a este íntimo sentimiento que tiende a impulsarnos hacia donde seguramente estamos listos para ir, pero adonde no nos acompañarán nuestras audiencias.

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Debate

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Retrato de José Joaquín Domínguez
21
Ene. 2011

Me encanta oirle estas cosas. Estoy absolutamente de acuerdo. Me enfrento a esos problemas en mi quehacer diario y me revelo. Me alegro de no ser el único que sufre la falta de rigor del empresario, aunque mal de muchos.... Gracias por tu artículo. Le has puesto título a una historia cotidiana.

0
Retrato de Jaime Rebolledo
1
Nov. 2010

El artículo es genial, preciso y está muy bien escrito.

Igual, supongo que debe existir alguna diferencia en la flexibilidad y versatilidad del uso de la marca para aquellos anunciantes -exitosos- cuya masa de impactos publicitarios es considerable y acostumbran a sus audiencias a un discurso en evolución permanente que «descresta» sensitivamente.

0
Retrato de Paulina Piña
0
Nov. 2010

Es un reto para diseñadores, mercadólogos y publicistas el no dejar caer en el aburrimiento ya que día con día cada persona se va llenando la cabeza de publicidad nueva y en nuestros tiempos es difícil elegir una marca, ya que las competencias son muy reñidas. Por otra parte creo que el que no arriesga no gana y las compañías mas grandes del mundo no me dejarán mentir, ya que han revolucionado por ejemplo haciendo sus propias tipografías, algo que no cualquiera se atreve a probar, entonces no podemos dejar que se interrumpa la creatividad en las agencias o no tendremos resultados óptimos.

0
Retrato de Pier Alessi
26
Oct. 2010

Así como tu personalidad, tus creencias y tu forma de ver la vida definen tu forma de vestir, el color de tus zapatos, etc, así funsiona una marca porque ésta no es un vulgar maquillaje, noe trata de gustos del diseñador o del cliente a la hora de design-nar la forma y el color, todo parte de la concepción de la empresa, servicio e institución para así traspolar del discurso verbal al visual. Una filosofía de empresa sólida y un discurso definido (personalidad) permite un diseño consistente. escelente artículo

0
Logotipo de Pepe Ramos
4
Oct. 2010

Gracias por tremenda reflexión, muy buen artículo, pero no olvidemos q no solo la buena construcción de una marca (q reune las bondades de la empresa) es sificiente para satisfacer su demanda, la verdadera bondad pasa x los servicios y de los servicios de esta, y que no es el ego de los diseñadores (apasionados de las transformaciones) si no que también pasa x una cultura corporativa no definida, ese aburrimiento de las gerencias q no incluyen en sus planes de expansión, política y económica una gestion estratégica de comunicación real y efectiva, un diseño realmente con efecto multiplicador.

0
Retrato de Affe Lozano
0
Oct. 2010

es algo que se vive pero que no se siente hasta cuando estamos al bordo del colapso y desesperados para saber que hacer.

0
Retrato de Mario Tobelem
0
Oct. 2010

Encantador artículo, muy bien escrito y rigurosamente cierto. La mayoría de las identidades de marca son intervenidas antes de tiempo. Al «efecto aburrimiento» se suma, en ocasiones, el efecto «reparación desplazada». Lo que hace una pareja en crisis: repinta el departamento. Estamos descontentos con la organización; entonces, cambiemos el logo. Ya es hora, ¿no?

0
Retrato de Luis Arturo Palomino Beltrán
1
Luis Arturo Palomino Beltrán
Oct. 2010

Que levante la mano quién se aburre de su esposa(o), hijos(as) o padres. Hay cosas que no se pueden cambiar (sin incluir programas como «how to look god naked» no...) pues deben ser ajenas a nosotros para que la relación sea fuerte y exista esa dualidad.

Buen artículo. Ese es el problema de siempre, el diseñador, el comunicador, el de marketing se cree superior a la marca. Por eso es vital manejar dentro de la empresa no sólo una Manual de Identidad de Marca, sino, un Manual de Personalidad de Marca.

0
Retrato de Andrés García
0
Oct. 2010

Buen comentario Rodolfo Fernandez A.

0
Retrato de Rodolfo Álvarez
85
Oct. 2010

¿No será que nos hemos creído nuestra propia historia?

No hacemos más que justificar nuestro modus vivendi, creo que debemos re-diseñarnos nosotros mismos y entender que hemos estado vendiendo argumentos de otras disciplinas para justificar nuestra existencia como diseñadores. Los conceptos son absolutamente veraces y son el catalizador de experiencias de la práxis pero resultarán contradictorios a los nuevos profesionales que se enfrentan a una desvalorización del mercado y de las tecnologías en el contexto económico que vivimos. Cuando hoy un diseño de marca se subasta en internet.

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