La creatividad dentro del aula
La función de un maestro dentro del aula es formar ciudadanos, mientras que la de un maestro creativo es formar «fábricas de ideas».
AutorNancy Lorena Collins Suarez Seguidores: 6
EdiciónLuz Del Carmen A. Vilchis Esquivel Seguidores: 168
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Para nadie es un secreto que la esencia de la labor de un maestro dentro del aula es la de formar personas. Su atención se centra en identificar individualmente a sus alumnos y darles los recursos necesarios para insertarlos en la sociedad como ciudadanos. No es una tarea fácil, pero sí de resultados seguros y eficientes que llegarán paulatinamente en la medida en que se estimule y desarrolle a los estudiantes.
¿Cómo se logra ese desarrollo? El estándar del sistema educativo del nuevo mundo plantea una estructura esquematizada donde hay ángulos de acción que aparentemente estorban. Dicho de manera metafórica, se generan pensum de estudios completamente cuadrados, asegurando que su contenido no se pierda entre los cantos de los filosos ángulos de 90 grados. Se necesita preparar nuevas generaciones sin temor ante los cambios, con ganas de aceptar riesgos a fin de fallar y mejorar.
Una buena forma de iniciar este mundo de la educación creativa dentro de las aulas de clases es fortalecer el pensamiento divergente, bien descrito en el modelo de «La Escuela IOE», propuesta por Francisco Menchén (2007). Esta estructura estimula al máximo la imaginación, la originalidad y la expresión. El maestro creativo no lleva de la mano mientras se camina el sendero de la innovación… un verdadero mentor muestra el mapa con los diferentes caminos que llevan a un mismo resultado… cada ruta se adapta a la motivación y los retos que desee superar cada estudiante. La meta también varía, sin embargo el éxito esta siempre garantizado.
Tú, maestro creativo, ¿cómo preparas a tus alumnos para recorrer los senderos planteados?: debes reconocer sus fortalezas y debilidades, presentarte como líder polifacético, permitirles verte a los ojos y sentir la empatía con alguien siempre dispuesto a hablar de sus vivencias y experiencias. Para el alumno, las historias de hechos vividos, siempre representarán un valor agregado en el proceso de enseñanza.
Tú, maestro creativo, ¿cómo diseñas ese mapa de estímulos? ¿Qué plan de trabajo o mapa de rutas estableces al inicio de clases, cuáles son tus ideales de visionario y qué paradigmas piensas romper a fin de generar nuevas expectativas?
Tú, maestro creativo, ¿qué estrategias empleas para construir el conocimiento de tus alumnos? Propiciando momentos de pensamiento divergente, estimula su curiosidad, su proceso de investigación, la exploración, pero sobre todas las cosas, la adrenalina del riesgo.
Tú, maestro creativo, ¿crees en la innovación?, ¿buscas nuevas formas para aprovechar el potencial creativo de los alumnos? Innovar es lograr algo diferente a lo que se ha hecho antes, verificando y asegurando que funciona. La función de un centro de innovación pugna por el intercambio de experiencias, ideas, colaboración y formación de grupos de trabajo. Debemos materializar la sociedad de los sueños, donde el componente emocional —valores, sentimientos e inquietudes— adquiera más relevancia que el componente racional. La cultura innovadora no le teme al fracaso, lo tolera. Lo único importante es la disciplina, mantener activo el flujo permanente de las ideas. Aunque el resultado de esas ideas divergentes sea un proceso incierto, algo normal en la segunda etapa del proceso creativo, llamada «incubación», también es real el hecho de que al pasar a la tercera etapa, «iluminación» y la cuarta, «verificación», todo fluye.
Tú, maestro creativo, ¿lo eres realmente ?, ¿amas la carrera elegida?, ¿confías en tus estudiantes?, ¿eres sensible ante lo que te rodea?, ¿apoyas emocionalmente dentro y fuera del aula?, ¿comunicas verbal y no verbalmente tus ideas?, ¿demuestras seguridad ante la incertidumbre?, ¿manejas con desenvoltura los procesos de enseñanza?, ¿te recreas en clases?
¿Cómo es el proceso creativo de un alumno y qué esperar de él?
Los estudiantes tendrán la oportunidad de trabajar cada proyecto, aplicando la técnica del proceso creativo propuesta por «hemisferios adiestrados», donde luego de asignarles el «problema», trabajan la fase de «preparación»; recopilan conocimientos, localizan el origen del problema y asumen ser parte de él; «incubarán» posibles soluciones, pasando por la «absorción», abiertos mentalmente a nuevas experiencias e ideas. Luego entran en la «visualización», que supone la actitud cerebral de la «imaginación», transitando a la «conexión» o disposición cerebral del pensamiento divergente (que genera múltiples soluciones). Después se introduce la «manipulación» consciente de la información; es decir, el «razonamiento», juzgado conscientemente con la «evaluación». Posteriormente está la «etapa crítica», donde muchos tiran la toalla… la «transformación», en la cual uno se siente insatisfecho, por ello se transforma la energía negativa en ideas creativas, mostrando un ser vulnerable que expresa lo que siente. Finalmente está la etapa de la «subfase» denominada «fluidez»; en ella, los pensamientos y actos emanan constantemente y en armonía, exteriorizando la tercera fase, nombrada «iluminación» o «eureka», para luego verificar y evaluar los resultados.
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