El mingitorio de Elon Musk
La aparición del Tesla Cybertruck y la polémica que despertó su diseño todavía da que hablar.
AutorAndrés Gustavo Muglia Seguidores: 138
EdiciónLuciano Cassisi Seguidores: 2033
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En el año 1917 el artista plástico Marcel Duchamp, que por aquel entonces coqueteaba con las vanguardias artísticas y especialmente con el Dadaismo, compró un mingitorio o urinario de aquellos que podemos encontrar en cualquier baño público, lo firmó con el seudónimo R. Mutt y lo presentó para ser exhibido en la muestra anual de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Naturalmente la «escultura» provocó un escándalo e hizo replantear bruscamente los límites de las artes plásticas de su época. Actualmente se duda de que la idea haya sido del propio Duchamp y se la atribuye a la baronesa Elsa von Freytag-Loringhoven, pero esa es otra historia.
Lo que quiso hacer Duchamp se analiza desde hace más de cien años sin tener una respuesta concreta. ¿Una broma?, ¿un cachetazo al establishment? Como sea, ya no importa lo que motivó el gesto de Duchamp, sino lo que provocó: nada más ni nada menos que el nacimiento del arte conceptual, una ruptura radical con lo que conocido hasta entonces.
Cuando yo era niño, no recuerdo exactamente en qué contexto, mi padre me mostró en la calle un automóvil muy viejo (decirle antiguo hubiera sido tenerle un respeto que ni su dueño le profesaba), indicándome que en uno igual había aprendido a manejar. El auto era un Ford modelo 40 de los que todavía se podían ver por aquello años en la calles argentinas. Inocentemente, cada vez que me cruzaba en su compañía con un auto de esa época (o que yo identificaba como de esa época) se lo señalaba y le decía «Mirá Oscar, un auto como el que aprendiste a manejar». Invariablemente mi juicio era errado. Para mí todos los automóviles de esos años eran iguales, el mismo auto; pero mi padre podía encontrar las diferencias de un vistazo y decirme exactamente modelo y año de fabricación.
¿Mi padre era un genio de los detalles? ¿Un diseñador automotriz obsesionado por su profesión? Nada de eso. Mi padre era un hombre común que como cualquier otro había aprendido a reconocerlos, a medida que los nuevos modelos de automóviles iban saliendo año tras año con pequeñas modificaciones (recordemos que los años 40 y 50 vieron nacer el concepto de restyling). Yo, desconociendo ese código que él había adquirido sin advertirlo a lo largo de mucho tiempo, quedaba completamente fuera de ese juego de identificación.
Actualmente experimentamos el mismo fenómeno sin darnos cuenta. Donde vemos diferencias de un automóvil a otro, de un modelo a otro, no hay más que pequeños contrastes. Basta para probar esto con preguntarle a una persona que no esté dentro del código (alguna abuela por ejemplo, con todo respeto) para que nos diga: «para mí los autos son todos iguales». Y es que, al contrario de los que nos cuesta entender, esa mirada no es tanto una falencia, como la nuestra una deformación por exceso de información. Identificamos los automóviles por mínimas diferencias, pero si nos muestran varios vehículos similares de diferentes marcas y del mismo color, probablemente dudemos al primer vistazo de cuál es cada uno.
Elon Musk, megamultimillonario famoso gracias a su empresa Tesla que popularizó los automóviles de propulsión eléctrica, a sus proyectos de poner en órbita terrestre miles de satélites que conformen una red de comunicaciones digna de una fantasía de Orwell, y últimamente a que por fin logró hacer aterrizar un cohete sobre su culo (igual que en las historietas de los años 50) lo que posibilitará un viaje de ida y vuelta a Marte; presentó el año pasado su último artefacto: el Cybertruck.
Todas las automotrices, incluso las dedicadas a automóviles deportivos, se han puesto en ritmo con una tendencia de mercado en alza, la de los todoterreno. Si Porsche hace años que comercializa la Cayenne, y Lamborghini se animó recientemente con el impactante Urus, Tesla no podía ser menos y lanzó el Cybertruck. Pero, como todo lo que hace Musk, el bicho puesto en el mercado levantó polémicas desde el minuto uno.
El Cybertruck tiene la capacidad de polarizar la opinión, dicho con un cliché: lo odias o lo amas. Y no es por una cuestión tecnológica o de prestaciones, porque con ofertas de uno, dos, o tres motores eléctricos, la versión más equipada del vehículo le gana en el cuarto de milla a un Porsche Carrera y tiene una autonomía de 800 km, lo cual para un vehículo eléctrico son números impactantes. Lo que polariza la opinión es su diseño.
El contraste de las líneas rectas y los ángulos agudos que caracterizan al Cybertruck con las ofertas de su competidores, es análogo al que en los años 80 provocó la aparición del avión caza F-117 Nighthawk con el resto del universo de las aeronaves que en ese momento surcaban los cielos. Las líneas del estrambótico F-117 eran una necesidad tecnológica, pues supuestamente hacían al avión indetectable a los radares. En el caso del Cybertruck no existen condicionamientos técnicos para su diseño (no obstante Musk se jacte de que el Cybertruck tiene un asombroso CX aerodinámico de 0,30), sino que se trata de una cuestión puramente estética. Tesla con su CEO a la cabeza se ha propuesto revolucionar el mercado de los todoterrenos con una propuesta radicalmente diferente a la competencia.
En este sentido el Cybertruck intenta un gesto análogo al del mingitorio de Duchamp: romper con la tradición y crear un nuevo paradigma. En el uniforme paisaje de las 4x4 de cuyas diferencias sólo los más enterados pueden dar cuenta, el vehículo de Musk es una patada en medio del diseño automotriz.
Pero el cóctel del que nace el perfil del Cybertruck no tiene nada de misterioso. Un cambio radical no tiene por fuerza que ser original, también puede ser la combinación novedosa de elementos que ya estaban al alcance de la mano. En ese sentido Musk no oculta sus influencias, sino que las explicita.
En el año 1977 la saga de películas del agente 007 sumaría una nueva producción: La espía que te amó. En ella se veía al atildado Bond sumergiendo alegremente un Lotus Sprit (que se convertía en submarino) en las aguas del Mediterráneo. El insólito automóvil en cuestión sufriría los avatares del olvido y reaparecería en 2013 ofertado en subasta por una casa canadiense. Una inesperada oferta de 727.000 euros llenaría los bolsillos de los perplejos dueños del vehículo. El comprador, dicen, fue Elon Musk. El diseño del Cybertruck sigue bastante fielmente la línea del perfil anguloso (y ochentoso) de la parte frontal del Lotus Sprit.
Otra influencia cinematográfica. El conocido vehículo de otra saga de películas:«Volver al futuro», es un DeLorean DMC-12. La tortuosa historia de John DeLorean, quien soñó ese vehículo, merece mención aparte y recomiendo googlearla o ver el documental que motivó. Siempre me pregunté por qué a ninguna otra automotriz se le había ocurrido fabricar un vehículo en acero inoxidable, tal como el DMC-12. Creo que no hay que enumerar las ventajas. El Cybertruck de Tesla está hecho de acero inoxidable de 3 mm de espesor, lo que lo hace, además, a prueba de balas.
En una demostración reciente del Cybertruck, una réplica del DeLorean de la película (con toda su connotación de «auto del futuro») estaba expuesto junto al vehículo de Tesla.
Tercera y última influencia relacionada con el cine. Muchos dicen que el Cybertruck se identifica con la tendencia estética llamada Cyberpunk (la homofonía es bastante obvia) y con diseños devenidos de esa fuente como los delirantes vehículos de la película «Mad Max». Cotejado con las escenas del film las coincidencias no son tan obvias pero sí existe un innegable «aire de familia».
Lo que sugiere está casualidad de influencias cinematográficas es que el lanzamiento del Cybertruck es algo más que un nuevo vehículo (por revolucionario que sea) en el mercado; es un espectáculo. Hasta el blooper que hizo famosa su presentación (las supuestas ventanillas blindadas se rompieron) parece una estrategia de marketing para llamar más la atención sobre el vehículo.
Elon Musk lanzó su mingitorio de acero inoxidable en medio de un escenario de modelos que se copiaban entre sí. Su éxito no sólo se medirá por las ventas, sino por su capacidad de influir en diseños posteriores. Si en unos años vemos aparecer vehículos todo terreno que recuerden de algún modo al Cybertruck, entonces Musk habrá acertado una vez más.
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