Despedida al maestro Joselevich
Homenaje al recientemente desaparecido creador de Fototrama.
AutorFernando Weissmann Seguidores: 66
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El 13 de Noviembre de 2012 falleció el Maestro Eduardo Joselevich. Se trata nada menos que de la partida de un personaje emblemático en la historia del diseño Argentino. Fuí su alumno en Arquitectura, compañero luego en la docencia en la Cátedra del Profesor César Janello, colaboré en los inicios de Fototrama, y luego en Barcelona, donde me volvió a dar su confianza para realizar juntos obras de distinto tipo, para culminar en la Exposición Mundial de Sevilla del 1992 con el Pabellón de la India. Tuve el privilegio de trabajar junto a él en esa obra que probablemente haya sido el proyecto más leído y publicado de su carrera (y de la mía, en ese aspecto).
Eduardo era un teórico con el que había que estar muy despierto para «sacarle el jugo». Hablaba con mucha calma, pero sus párrafos eran densos y complejos. Había que saber y leer mucho a priori, para poder captar su enseñanza. Lo viví como alumno y luego como docente en la Cátedra. De humor irónico y ácido, era un verdadero gusto estar a su lado. Me unían a él muchas inquietudes y una formación similar. Tal vez la más fuerte haya sido que ambos fuimos alumnos, con 10 años de diferencia, de las mismas aulas en el Bachillerato del Colegio Nacional de Buenos Aires, que por ese entonces era el Colegio Secundario del la Universidad de Buenos Aires, de excelencia absoluta porque forjaba, según se comentaba, cerebros analistas y pensantes.
Tuve el privilegio de su compañía, de sus enseñanzas, de lecturas compartidas, de dibujos y planos, de muchos cafés, de un modelo de razonamiento del que tal vez él ni se dió cuenta ni le dio importancia; pero que siempre le agradecí.
Lamento y me entristece mucho su partida. A Fanny Fingermann —su compañera y socia de toda la vida— seguramente le faltarán dos de las patas de su mesa. Pero además, mucha gente notará su ausencia y su partida. En lo personal, no tuve oportunidad de despedirme de él como hubiese deseado, visitándolo en su casa de Tigre.
Lo admiré en vida y seguiré admirándolo por siempre. ¡Gracias Maestro!
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