Diálogo Nº 38098
Diálogo iniciado en el artículo Una imagen no vale más que mil palabras
La imagen no tiene que sustentarse en la realidad, ni tampoco probar o jurar que lo que se representa es verdad o mentira. Las imágenes no significan en realidad nada, somos nosotros los que les atribuimos significados, de acuerdo a muestra forma de ver y las vivencias personales. Somos seres conformados física y mentalmente en forma parecida, nacemos, crecemos, vivimos en nucleos familiares y sociales, nos educamos de forma similar, etc. Incluso las letras son imágenes. Las imágenes parten de la realidad pero no están sujetas a la verdadero o falso, pueden ser arbitrarias o hasta engañosas.
En el caso Apple no es el usuario quién le otorga la «autoridad». La publicidad puede aprovechar los procesos inconcientes, como el miedo, las frustraciones, el sexo, los complejos de personalidad, la aceptación social y familiar, la soledad, etc. Los publicistas y los políticos lo saben muy bien, los diseñadores parece que no lo acaban de entender. Una crema de belleza no vende los componentes, como lanolina o silicones, etc, vende la idea de que con ella la mujer se verá diez años más jóven, cosa totalmente ilógica, pero funciona. Apple usa más la irrealidad que la objetividad.