Sánchez Mercado sobre Una imagen no vale más que mil palabras (38098)
Diálogo iniciado por Joaquín Eduardo Sánchez Mercado en el artículo Una imagen no vale más que mil palabras
La imagen no tiene que sustentarse en la realidad, ni tampoco probar o jurar que lo que se representa es verdad o mentira. Las imágenes no significan en realidad nada, somos nosotros los que les atribuimos significados, de acuerdo a muestra forma de ver y las vivencias personales. Somos seres conformados física y mentalmente en forma parecida, nacemos, crecemos, vivimos en nucleos familiares y sociales, nos educamos de forma similar, etc. Incluso las letras son imágenes. Las imágenes parten de la realidad pero no están sujetas a la verdadero o falso, pueden ser arbitrarias o hasta engañosas.
De acuerdo en parte. Esto lo decía Roland Barthes en «La Cámara Lúcida». Pero cuando hablamos de comunicación persuasiva, existen esfuerzos de Branding y Marketing que ayudan a limitar las re interpretaciones de las imágenes. Les dan un espacio semántico que se difunde y repite a ultranza hasta que se transforma en una referencia. Sino no se explica el éxito de las marcas de lujo. Lo que si es cierto, es que la validación de esta imagen es un proceso que yo denomino «autoridad bilateral» donde el usuario le otorga la autoridad a la marca para que esta sea parte de su lifestyle. Caso Apple.
En el caso Apple no es el usuario quién le otorga la «autoridad». La publicidad puede aprovechar los procesos inconcientes, como el miedo, las frustraciones, el sexo, los complejos de personalidad, la aceptación social y familiar, la soledad, etc. Los publicistas y los políticos lo saben muy bien, los diseñadores parece que no lo acaban de entender. Una crema de belleza no vende los componentes, como lanolina o silicones, etc, vende la idea de que con ella la mujer se verá diez años más jóven, cosa totalmente ilógica, pero funciona. Apple usa más la irrealidad que la objetividad.