Ares sobre ¿Se deben mantener los escudos coloniales de las ciudades? (30020)
Diálogo iniciado por Fabio Ares en el artículo ¿Se deben mantener los escudos coloniales de las ciudades?
Buenos Aires, a lo largo de su historia, cambió muchas veces la fisonomía de su escudo.
El cambio más radical se produjo el 5 de noviembre de 1649 cuando los cabildantes aprobaron el escudo de armas, desconociendo la existencia del escudo de Garay, que estaba vigente por resolución del Consejo de Indias del 20 de setiembre de 1591 (el que hoy está presente en la bandera de la Ciudad).
A partir de allí se hicieron infinidad de representaciones a partir de los mismos elementos. El de la imagen, por ejemplo, fue aprobado por Ordenanza del 3 de diciembre 1923.
Es cierto que el escudo aprobado por el Cabildo de la ciudad se contrapuso al aprobado por el Consejo de Indias, pero eso fue lógica consecuencia del establecimiento definitivo de la ciudad. Establecida y electos sus cabildantes, la ciudad se dio un escudo que la significara. El primero era un escudo «para» Buenos Aires, el segundo un escudo «de» Buenos Aires.
Estoy de acuerdo con usted Yantorno. Si me permite, el primero, además, representaba al «Fundador», con la cruz de su orden y las ciudades que había instalado representadas mediante polluelos. Un nivel de personalismo que increiblemente recuerda a las intervenciones más contemporáneas sobre el escudo vigente (los escudos de gestión).
Tu comentario no podría haber sido más acertado. No consigo entender por qué -invariablemente- todo político que llega a la gestión de gobierno se pretende fundador. Cuántas veces habremos escuchado que «...es la primera vez» de cualquier cosa. Y lamentablemente lo traduce su comunicación. Pintémoslo de amarillo, pintémoslo de naranja. Parecen emular a Luis XV: Après moi le delúge. Hasta que yo llegué nada existía, todo viene después de mí y se irá conmigo. Probablemente ese espíritu fundacional ya existía, seguramente larvado, en su ánimo, cuando el político aún estaba en el llano.