Paro agropecuario y Diseño Industrial en Colombia

El pasado 19 de agosto hubo paro nacional en Colombia y nosotros, los que usamos estas redes sociales para chismosear, criticar, buscar referencias, enterarnos de lo que pasa en el mundo, hablar y compartir información con amigos o desconocidos, no sabemos por qué es ni nos interesa. Porque ese tema es para «mamertos», ese tema es para «sindicalistas», «revolucionarios», para los «hippie contemporáneos», y todos esos que se pasan la vida quejándose y no hacen nada. Bueno sí, escriben en Facebook, comparten noticias, hacen ensayos para la Universidad o escriben de vez en cuando en blogs, o en la sección de opinión de los periódicos. A nosotros poco o nada nos interesa lo que pasa en nuestro país, porque crecimos sabiendo que nuestros dirigentes políticos nos roban, porque no creemos en nuestros representantes, porque el plan de vida que elegimos es ser felices sin importar la miseria que nos rodea, y por eso supongo somos «El país más feliz del mundo», donde «El riesgo es que te quieras quedar».

Soy diseñadora industrial y estudiante de primer año en una Mestría en Estética y Creación. Modestamente vivo feliz, no me hace falta casi nada. Claro está, quisiera vivir en una casa más grande, tener carro, apartamento y beca, no tener patas de gallina, ser más alta, poder comprar más ropa, zapatos, y todas esas bobadas que no me hacen «ser», pero sí responden al más primitivo instinto humano: el deseo.

Hago esta introducción porque acabo de ver el Documental 9.70,¹ y aunque intento leer y estar informada de lo que pasa en mi país, hago parte de los que prefieren ignorar porque sienten profunda pereza de que en Colombia todo sea una gran farsa e irónica realidad llena de mentiras e injusticias; y escojo, como la mayoría, ser del grupo de «los colombianos felices». Después de 43 minutos de video que muestra una realidad tan cruda y absurda, sentí la necesidad de pronunciarme desde mi ámbito profesional por medio de este artículo.

Según el objetivo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, mediante el programa Nacional de Diseño Industrial,² se persigue:

«Contribuir a desarrollar el sector de diseño, así como identificar escenarios y sinergias de cooperación y trabajo en la oferta y la demanda de diseño en el país como un ecosistema, que permita mejorar la competitividad de las empresas y demostrar que es posible elevar los niveles de diferenciación y calidad del producto colombiano para acceder al mercado internacional».

Luego de ver las quejas de estos campesinos agricultores, me pregunto: ¿es posible «mejorar la competitividad de las empresas y demostrar que es posible elevar los niveles de diferenciación y calidad del producto colombiano para acceder al mercado internacional»? ¿Somos los diseñadores industriales conscientes de lo que sucede en nuestro entorno: político, social, económico y cultural? ¿Cómo se puede generar innovación o niveles de diferenciación?, ¿Nos enseñan en las academias de Diseño Industrial a interpretar de manera crítica nuestra realidad y contexto?

Según este documental, está claro que en el campo agro-industrial tenemos problemas de fondo y que, en relación con los objetivos mencionados del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, se evidencia una falta de coherencia con la realidad de nuestros medianos y pequeños productores, que representan el 60% de la población colombiana, pues estos no tienen cómo competir frente al mercado internacional.

Mientras tanto, los diseñadores industriales inexpertos, seguimos sintiendo que estudiamos una carrera sin muchas posibilidades laborales, una «disciplina» que ni nosotros mismos sabemos para qué existe, ni para qué sirve. Porque nos enseñaron a ser autómatas, a ser técnicos y hábiles, nos educaron para ser instrumentalizados por el mercadeo y obedecer sin reflexionar sobre los inputs para diseñar. Creímos que el diseño industrial estaba en la Nasa, en Ford, en BMW, en Apple, y todas las grandes empresas pioneras en innovación y diseño; creímos también que los grandes diseñadores industriales eran los que aparecían en revistas y a los que las tiendas de diseño les comercializaban sus productos como: mesas, sillas y lámparas. Entonces... ¿qué posibilidades tiene un país como Colombia desde la perspectiva del diseño industrial, como puente de cooperación para crear escenarios de desarrollo y competitividad empresarial, frente a las grandes empresas internacionales dueñas de los monopolios más grandes del mundo? Todas, pero las academias deben asumir la obligación de replantear el diseño industrial en el marco de un país con una historia y una realidad como la nuestra.

A los diseñadores industriales, y a toda la comunidad que está en la capacidad de crear y hacer algo, los invito a que nos pronunciemos, ya sea por optimistas, por rebeldes, por mamertos, por ser moralmente correctos, por ver en esto una posibilidad de creación desde el diseño industrial, o por lo que quieran, pero pronunciémonos.

Pido no se lea este escrito, como una invitación para hacer «diseño social», término que en sí, considero una redundancia. Pido, si no es mucho, que además de sentir compasión por nuestros campesinos agricultores, mineros, y todas las comunidades que el 19 de agosto se pronunciaron ante las injusticias. Busquemos desde nuestras distintas disciplinas, una posibilidad para crear una realidad más sensata.

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