La identidad perdida

Viña del mar ha dejado de ser «La Ciudad Jardín», a causa de políticas equivocadas.

Patricio Young, autor AutorPatricio Young Seguidores: 19

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Hoy en día cada ciudad debe competir con otras de su región, del resto del país o del continente, en el caso del turismo. Para eso es preciso generar diferenciaciones para atraer inversionistas o turistas, según sea el caso. Pero, ¿cómo se genera un real potenciamiento de sus ventajas competitivas?, ¿cómo se define la identidad de la ciudad? ¿Cómo se establece la estrategia de marketing? El tema no es menor dado que implica que todos los que viven y administran la ciudad deben tener una comprensión clara de esa identidad y de su potenciamiento estratégico.

Los permanentes cambios en los gobiernos locales, que llevan a reinventar los caminos seguidos, termina muchas veces traicionando su verdadero destino. Los urbanistas aprueban planes reguladores que afectan el destino de la ciudad. Generalmente influidos por intereses económicos, generan cambios en el uso de los suelos que no dicen relación con la imagen proyectada de la ciudad y muchas veces con lo que ha sido su propio atractivo. Por otro lado, la administración municipal desarrolla la gestión turística sin un plan estratégico o negando el plan estratégico definido por la gestión anterior y es así que, también por intereses económicos, se termina por desnaturalizar la identidad de la ciudad.

Un ejemplo muy claro en esta dirección es el vivido por la ciudad de Viña del Mar (Chile). Esta fue por muchos años reconocida como «La Ciudad Jardín», porque existían parques muy bien cuidados y casas con amplios jardines. Proyectaba una identidad de vida, naturaleza, tranquilidad y belleza. Era la expresión propia de una hermosa mujer. Además cuenta con playas y un bello borde costero junto a otras atracciones recreativas y turísticas que enriquecen su destino. Aquello le definió un carácter, una identidad clara y tremendamente atractiva, muy valorada nacionalmente y en ciudades cercanas como Mendoza (Argentina). Sin embargo este mismo atractivo hizo rentable e interesante el negocio inmobiliario: muchos, provenientes de otras regiones, querían tener un espacio en Viña, sea para vivir o como segunda vivienda.

Los urbanistas desarrollaron un plan regulador que no cuidó ni respetó la arquitectura original y menos los espacios verdes, desapareciendo estos paulatinamente. Hoy Viña del Mar ha perdido su Identidad de Ciudad, con el dolor de sus habitantes y de los turistas. Con el tiempo se le han dado otras representaciones, que no han sido capaces de superar la identidad original.

El desarrollo turístico no planificado, ha terminado atentando también contra aquella identidad. El interés por generar una afluencia masiva de turistas a la zona, especialmente en periodo estival, sin ningún resguardo que asegure el goce de la misma para quienes adquirieron segunda vivienda1, está terminando por expulsarlos. El propio gobierno comunal incentiva la existencia de múltiples actividades que terminan por quitar la tranquilidad buscada por quienes han invertido en la ciudad. Con ello, se cambia un habitante que entrega recursos en forma permanente a la ciudad por otro que viene solo de paso.

Actualmente muchos propietarios de segunda vivienda están optando por trasladarse a otros puntos del litoral de la región, que se están tornando más atractivos para ellos. Hoy la composición social de quienes mantienen segunda vivienda está cambiando. Es así que si ayer lo hacían los sectores más altos de la sociedad chilena hoy están llegando familias de estrato medio que compran vivienda para que su hijo, que estudia educación superior en la zona, la use en el año, pudiendo ellos aprovecharla en verano, o sencillamente se arrienda para recuperar parte de la inversión.

En el ejemplo de Viña del Mar se puede constatar cómo la falta de conocimiento, valoración de la importancia y significado de una identidad de ciudad, por parte de quienes tienen la responsabilidad de conducirla, pueden terminar por asesinarla. Lo paradójico es que construir y proyectar una identidad de ciudad es tremendamente largo y complejo, y en este caso, algo que estaba ya posicionado termina destruyéndose, aunque sea inconscientemente. Un caso digno de estudio.

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  1. Se estima que corresponde al 17% de todas las viviendas de la ciudad.
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