La gráfica política en México

La gráfica política en México se suma a las recopilaciones que con diversos pretextos conmemorativos se han publicado en nuestro país en los últimos años.¹ Esas colecciones registran con menor o mayor amplitud las evidencias de una gráfica política que hoy forman parte de la historia visual del México contemporáneo.²

Sin embargo, La gráfica política… es singular porque muestra finalmente una abundante colección de los impresos, carteles y publicaciones producidos por agrupaciones y partidos políticos de izquierda, que en las historias monumentales apenas son un pie de página de las genealogías oficiales del diseño mexicano.

El volumen, de 240 páginas de gran formato, es una versión popular de una historia visual y política de México, que preserva aquella parte del pasado de las agrupaciones y partidos, pero también de los individuos, personajes y acontecimientos que quedaron registrados en carteles, volantes y otras publicaciones de propaganda.

Esas imágenes recuperadas no son historias de mármol sino relatos sencillos de la vida popular y política, así como una reivindicación del debate que se dio en México en las últimas décadas del siglo XX y en la primera del XXI. De la tradición de la gráfica popular mexicana —como la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y el Taller de Gráfica Popular (TGP)—, hasta las imágenes más depuradas de los colectivos artísticos contemporáneos, el volumen recupera composiciones gráficas que cumplieron una función comunicativa, de propaganda y de persuasión en varios niveles.

A los ojos expertos, tal vez una cierta cantidad de estos carteles reproducidos en el libro no tengan un gran valor estético o una depurada línea estilística, pero sí son un testimonio gráfico que permite el análisis de los discursos y configuraciones de grabados, fotografías, tipografías y emblemas que persuadieron a públicos y lectores en situaciones y luchas políticas complejas.

En este libro están registrados varios episodios mexicanos, principalmente el movimiento estudiantil de 1968; el paso de la clandestinidad a la reforma política de los partidos de izquierda; la solidaridad internacional con países de Centro y Sudamérica; los sismos devastadores de 1985 y el resurgimiento de la sociedad civil; la lucha contra la globalización; la resistencia indígena y la aparición del ejército zapatista; las luchas democráticas de 1988 y 2006; la denuncia de los crímenes de odio y los feminicidios; las reivindicaciones sindicales; y las campañas electorales, entre otros tópicos, todos ellos episodios que han quedado registrados en la propaganda de los partidos de izquierda.

También es posible interpretar en estas evidencias visuales cómo el diseño gráfico ha estado inmerso en el espacio social y cómo sus recursos técnicos han dado paso a la fotografía y al diseño editorial o publicitario más escrupulosos. Asimismo, se pueden estudiar los contenidos de los discursos políticos, a veces coherentes, en contraste con el que ofrece la propaganda actual, bastante superficial y sin argumentos persuasivos.

Las banderas rojas, las hoces y martillos, las estrellas rojas, ya no son en México símbolos prohibidos como en otras latitudes, esto se debe tal vez a que los emblemas políticos de la izquierda mexicana surgieron con una raíz popular y han sido respetuosos del imaginario popular o se han adaptado. Lo mismo puede decirse, por ejemplo, de los motivos y sellos prehispánicos. Sin embargo, en ese trayecto sí es posible reconocer que ciertas claves visuales que otorgan unidad, balance y ritmo a los diseños han pasado de una identidad gráfica depurada y bien elaborada a una esquema ordinario que recurre a estereotipos y lugares comunes: puños en alto, imágenes de multitudes, encapuchados, lemas grandilocuentes, entre otros desatinos visuales.

Aunque no es su propósito, en este volumen hace falta un estudio que oriente sobre cómo mirar las evidencias históricas de la gráfica de la izquierda mexicana, que ayude a evaluar los resultados de la propaganda y la comunicación visual, que aporte finalmente al debate político, frente a la «monotonía discursiva de la derecha» y sus pretensiones de «modernización» puritana y totalitaria. Eso sí, el registro puede servir como medio para la comprensión del pasado y el presente, así como un referente historiográfico para estudios futuros.

Finalmente, este libro es también una oportunidad para ejercer la autocrítica de los hacedores de propaganda, no para remediar los hechos pasados que ya no es posible cambiar, sino para reivindicar esa victoria moral que tiene el pensamiento liberal y de izquierda en México. Un pensamiento que se refleja visualmente en las imágenes de este recuento, que debemos atesorar, para darle su lugar en la historia de la comunicación visual y la propaganda.

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