Garabatos que generan cambios

«Hace falta ojos sobre los ojos, ojos para ver cómo miran los ojos». B. Gracián

El diseño es un proceso, un proceso heurístico; entendiendo a la heurística como una metodología del pensamiento creador (creativo o inventor), de aplicación a problemas reales en un lugar concreto. Las disciplinas del diseño tienen como objetivo principal la resolución de problemas, cuyas respuestas no pueden ser métodos coagulados o fórmulas exactas. Cada problema concreto requiere una respuesta particular y especifica, por lo que resolver un problema de diseño significa entonces enfrentar un desafío. Esa contienda tiene que partir de una serie de cuestionamientos:

• ¿Dónde dar una respuesta de diseño?
• ¿Con qué recursos se cuenta?
• ¿Cómo se dará la respuesta?

Para definir «dónde», se tiene que partir del contexto o lugar concreto en el cual la pieza diseñada actuará. El Arquitecto Doberti lo define como el resultado de una dialéctica entre conformaciones convalidadas socialmente y comportamientos o prácticas sociales. El deber del diseñador es ejecutar estas conformaciones promoviendo practicas o inhibiendolas. Este análisis se apoya en disciplinas como la antropología física y cultural, la semiótica y la psicología, observando las variables climáticas y topográficas.

Para definir «con qué» se deben tener en cuenta los recursos económicos y humanos con los cuales se cuenta, investigar el posible impacto socio-ambiental.

Finalmente, para definir el «cómo» se debe partir de la relación entre el objeto producido y el momento histórico en el cual se produce, teniendo como base la estética del diseño, que se define como «el conjunto de recursos formales e ideológicos que despliegan en una época determinada y se verifican en el hacer del diseño» (Sergio Peñalva).

La aplicación de diferentes disciplinas en el análisis de las variables intervinientes en el  proceso de diseño, es viable desde un campo de conocimiento que es la hermenéutica, que según B. Burdek surgió como «el arte de la interpretación, la lectura y la traducción de textos», estableciendo que el camino hacia la compresión para la interpretación, ha excedido hoy los limites de la aplicación en las ciencias filosóficas, para extenderse a la interpretación y compresión del diseño.

Este dialogo se traduce en un triángulo hermenéutico: Diseñador-Producto objeto-Usuario. El diseñador debe tener la capacidad de interpretar las pautas de comportamiento y las necesidades del usuario en un contexto determinado, para poder satisfacerlas e incluso modificarlas. Hay que pensar en una «buena y adecuada» intervención del diseñador reconociendo las necesidades auténticas, manteniendo una mirada critica y objetiva al resolver el problema de diseño.

En síntesis, la caracterización del diseño se puede interpretar como un proceso heurístico-creativo; motor que reconoce la posibilidad del efecto innovador de la sociedad como para llegar a modificarla, pensando en el beneficio de la humanidad así como en el del medio ambiente. Es importante destacar que se debe entender que la operatoria de la practica del diseño no es solo una actividad manual, sino mas bien debe entenderse como una practica de conocimiento mucho mas compleja y global que posee un gran impacto social.

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