El espectador construye la imagen, la imagen construye al espectador

El espectador y la imagen comparten una estrecha relación, definidos por una existencia de co-requisito involuntario.

Kevin Franco Riquett, autor AutorKevin Franco Riquett Seguidores: 2

Fabián Bautista, editor EdiciónFabián Bautista Seguidores: 54

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En el mundo de la percepción visual conocemos dos elementos fundamentales que la componen, el espectador y la imagen. Ellos comparten una estrecha relación, definidos con una existencia de co-requisito involuntario, pues sin espectador no hay imagen y sin imagen no hay espectador. Buscando una posición dentro del dilema de qué construye a qué, se hace necesario partir de una referencia y definir estos términos.

Entrando en materia, acudamos a Martin Heidegger, filósofo alemán conocido por el existencialismo y la exploración fenomenológica del ser. Heidegger sostiene que la palabra imagen hace pensar en primer lugar a la reproducción de algo. Según esto —y haciendo referencia a La imagen del mundo, un libro en el que el autor desglosa su teoría de la imagen—, sería una especie de cuadro del ente en su totalidad, pero el término «imagen del mundo» quiere decir mucho más que esto. Se refiere al propio mundo, a él, el ser en su totalidad, tal como nos resulta vinculante y nos supone su medida.

Imagen no significa aquí un calco, una copia, sino el resonar de la frase «estamos al tanto de algo». Esto quiere decir que la propia cosa se aparece ante nosotros tal cual y precisamente como es ella respecto a nosotros. Hacerse una imagen de algo significa situar al ente mismo ante sí, para ver qué ocurre con él y mantenerle siempre ante sí en esa posición. Esto significaría encontrar y confrontar cualquier imagen ante sí misma como si la tomáramos y la presentáramos ante un espejo, analizando lo que la compone y lo que no la compone, lo que es y lo que puede ser, además de lo que no es y no puede ser. Pero aún falta una determinación esencial de la imagen. Estar al tanto de algo no sólo significa que el ente se nos represente, sino que todo lo que le pertenece y forma parte de ese ser se presente ante nosotros como sistema. Estar al tanto también significa estar enterado, estar preparado para algo y tomar por consiguiente las disposiciones. Aquí es donde el mundo se convierte en imagen; respecto a Heidegger, el ser, el ente en su totalidad dispuesto como aquello gracias a lo cual el hombre puede tomar disposición de algo, como aquello que quiere tener y traer ante él. Esto es, en un sentido decisivo, lo que quiere situar ante sí, lo que se va a presentar y percibir.

La imagen del mundo según Heidegger, comprendido esencialmente, no significa por lo tanto una imagen del mundo, sino concebir el mundo como imagen. El ser en su totalidad se entiende de tal manera que sólo es y puede ser desde el momento en que es puesto por el hombre que representa y produce. Es esta una forma de presentar la percepción de la imagen en su totalidad y en general. Cabe resaltar que dentro de la imagen del mundo de Heidegger es evidente la relación imagen-espectador, lo cual nos permite establecer una posición ante el dilema.

Recordamos que la comunicación visual implica tres factores indisociables: el ver, el representar y el interpretar. Cada representación pone en juego conceptos que podrían agruparse en la llamada «cultura visual»; es decir, el entramado de códigos que regulan los comportamientos físicos y mentales frente a lo visible. En esta cultura visual se distinguen tres planos: el perceptivo, el representativo y el cognitivo. En cuanto a lo perceptivo se podría afirmar que no hay experiencia sensible «natural» y que determinada forma de representar supone determinada forma de percibir. El objeto de la percepción nunca es un objeto en abstracto sino un objeto culturalmente coordenado; es decir, ya significado por la cultura. Por lo tanto, se le percibe dentro de un campo de significaciones en el cual se destaca como figura. Dentro de este contexto, una imagen se ve afectada por factores que influyen en el espectador, quien nunca es una página en blanco en la que se imprimen estímulos provenientes del exterior. En el acto de mirar el espectador siempre está activo y pone en juego su subjetividad de diversa índole. Este acto tiene cierto grado de complejidad, puesto que la percepción implica tanto la anticipación como el recuerdo, no hay espacio para la precipitación. Todo proceso perceptivo será captado de acuerdo a la diferente estructura del filtro perceptivo que cada espectador establece. Para citar un ejemplo: lo que percibimos no son objetos sino relaciones simbólicas, «no se perciben círculos de metal sino monedas».

El espectador siempre será una instancia inestable, influenciado por distintos códigos en sus distintos planos. La dinámica propia de los códigos sumada al efecto de recordar, no permiten establecer cuándo algo será visto como nuevo y significativo y cuándo será interpretado como una simple reproducción de lo visto anteriormente.

Finalmente puedo considerar una posición dentro de este difícil juicio. El espectador construye la imagen. La imagen es para el espectador, el ser, existe y puede ser, pero es el espectador quien le atribuye a la imagen caracteres que la imagen no posee y que no obstante pretende poseer. En esa pretensión, ese ánimo de la imagen, esa intención de parecer, es donde el espectador pone los limites y es él quien permite o restringe si es o parece, puesto que dentro de los aspectos estéticos, simbólicos y epistémicos se juega con el ser o el parecer, siendo de mayor o menor relevancia dependiendo cada ámbito.

Sin embargo sigue siendo el espectador quien le agrega un sentido, correcto o erróneo. Es quien toma la vida de la imagen. La imagen vive para el espectador y el espectador para la imagen; esta se comporta como el espectador lo permita, está ante él solo como es, y es él quien permite su percepción, influido por factores de su esencia diferencial y funcional como espectador, además de su subjetividad y la desvariación de un ojo atado a composiciones con abundancia en su valor icónico, simbólico y representativo.

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