Latorre sobre Toy Story (servicio, no cuentos) (32643)
Diálogo iniciado por Jaime Alberto Latorre en el artículo Toy Story (servicio, no cuentos)
El control de calidad es la linea temporal que se extiende desde la concepción del producto luego pasa por la producción misma llegando a la etapa de comercialización y se extiende a un servicio pos venta que puede hasta alcanzar las etapas de reciclaje o adecuada disposición final. El fraccionamiento o rotura del encadenamiento de este proceso a veces lleva a un mercantilismo irresponsable en el cual se cuentan las ganancias en el momento de la venta y se olvidan del cliente quién es el que mantiene realmente la vigencia de un sistema productivo. Buena nota de quienes asumen un producto.
En general, el momento de la venta es la culminación del proceso en el interés de las empresas. Para el cliente, en cambio, es el inicio de una aventura en la que se ponen en juego las múltiples promesas –implícitas y explícitas– que connota el producto s servicio adquirido. En esa lógica bipolar, cualquier reclamo posterior suele ser pasado por la trituradora de esperanzas, y lograr un mínimo umbral de reconocimiento –ni hablar de satisfacción– suele ser un obstáculo infranqueable e inútil. De ahí, mi testimonio hacia quiénes refutan esa postura mercantil y lo manifiestan por vías del hecho.
El comienzo y fin del proceso de diseño reside también en el correcto diagnóstico de necesidades y dentro del panorama de soluciones seleccionar aquellas cuyos aportes sean realmente trascendentes y no solo especulaciones o aprovechamiento de capacidades financieras e industriales que no se adecuan al tejido social que demanda productos mas orgánicos y no simplemente el comprar usar y desechar que convierte las ciudades y el ser humano en un deposito de basura. La linea temporal de la calidad debe ser cerrada, recursiva y recuperarse constantemente así como la naturaleza fue siempre.
Deber ser y ser no son la misma cosa. Lo ideal es una aspiración, un anhelo, no una realidad automática. Su círculo virtuoso excluye los imponderables de la caprichosa naturaleza humana.
Nacer y morir no es un circulo vicioso y lo producido por el hombre constituido en «cultura» trata de seguir su huella y arropar una forma de vida ( parece redundante?). El deber ser como principio ético se extravía y solo queda el sobrevivir que condena nuevamente el diseño a un styling que es aún mas restringido y menos responsable y que si crea pequeños círculos de buen rendimiento económico para quienes lo manejan. Esos circulos son fáciles de cerrar pero el de la calidad total no.
La paradoja ilusión-realidad no es un invento de la sociedad de consumo, nació junto con la conciencia del hombre. Pero creo que nos alejamos del propósito del artículo.
Creo que el artículo deja muy claro como una empresa cierra los ciclos asegurando la calidad dentro de lo que significa un objeto y su función. Aunque el objeto no sea irrompible si desarrolla los objetivos y extiende su vida útil llevando la ilusión y constructividad lúdica dentro de límites muy razonables.
Gracias por sus respuestas.