González Arce sobre Obviedades erráticas en el discurso del Diseño Gráfico (53500)
Diálogo iniciado por Jorge Alberto González Arce en el artículo Obviedades erráticas en el discurso del Diseño Gráfico
Moholy-Nagy, profesor de la Bauhaus, afirmaba que el diseño no era una profesión sino una actitud.
Estimado Jorge. Efectivamente el gran László Moholy-Nagy sostuvo tal afirmación en lo que fue su última publicación.
¿Existe alguna duda en cuanto al gran oficio que demostró Moholy-Nagy?
Artista plástico (pintor y escultor), fotógrafo, cineasta, diseñador, profesor, teórico. No era un charlatán del diseño, demostró y dejó un gran legado que sigue influyendo no solo en los diseñadores.
¿Se le puede negar a personajes de este tipo que teoricen y expresen opiniones que van mas allá del diseño?
No. Solo a este tipo de figuras se les concede que asuman el diseño como una actitud frente todo. No le demos vueltas, no permitamos que quienes ignoran el oficio –ya sea por no ejercerlo o porque ni siquiera saben de qué se trata– digan disparates sobre lo que se necesita, o sobre lo que deberíamos hacer.
A propósito de esta máxima de Moholy-Nagy, dejo aquí abajo el párrafo que le sigue. Siempre será mejor tener el contexto:
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diseñar no es una profesión sino una actitud
El diseño tiene muchas connotaciones. Es la organización de materiales y procesos de la manera más productiva y económica, en un balance armónico entre todos los elementos necesarios para una determinada función. No se trata de fachada, de mera apariencia externa; más bien es la esencia de los productos y las instituciones, penetrante e integral. Diseñar es una tarea compleja e intrincada. Es la integración de los requisitos tecnológicos, sociales y económicos, las necesidades biológicas y los efectos psicofísicos de los materiales, la forma, el color, el volumen y el espacio: pensar en las relaciones. El diseñador debe ver tanto la periferia como el núcleo, lo inmediato y lo último, al menos en el sentido biológico. Debe anclar su trabajo especial en el conjunto complejo. El diseñador debe estar capacitado no solo en el uso de materiales y diversas habilidades, sino también en la apreciación de las funciones orgánicas y la planificación. Debe saber que el diseño es indivisible, que las características internas y externas de un plato, una silla, una mesa, una máquina, una pintura, una escultura no deben separarse. La idea de diseño y la profesión del diseñador debe transformarse de la noción de una función especializada en una actitud generalmente válida de ingenio e inventiva que permita que los proyectos se vean no de forma aislada sino en relación con la necesidad del individuo y la comunidad. Uno no puede sacar simplemente cualquier tema de la complejidad de la vida y tratar de manejarlo como una unidad independiente.
Hay diseño en la organización de las experiencias emocionales, en la vida familiar, en las relaciones laborales, en el urbanismo, en el trabajo conjunto como seres humanos civilizados. En última instancia, todos los problemas de diseño se fusionan en un gran problema: «diseño para la vida». En una sociedad sana, este diseño para la vida alentará a toda profesión y vocación a desempeñar su papel, ya que el grado de afinidad en todo su trabajo da a cualquier civilización su calidad.
Esto implica que es deseable que todos resuelvan su tarea especial con el amplio alcance de un verdadero «diseñador», con el nuevo impulso a las relaciones integradas. Además, implica que no existe una jerarquía de las artes, la pintura, la fotografía, la música, la poesía, la escultura, la arquitectura ni de ningún otro campo como el diseño industrial. Son salidas igualmente válidas hacia la fusión de la función y el contenido en el «diseño».
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László Moholy-Nagy _Vision in Motion_ p.42
Estimado, Edgardo. Entiendo perfectamente tu postura frente al diseño. Y en mi modesta opinión, el diseño en general, incluido el gráfico, se parece mucho al arte en el sentido de que la única evidencia que podemos tener de su oficio es a través de sus productos materiales, es decir, a través de lo realizado, de lo que es sensible. De tal manera que, de nada sirve la estrategia más elaborada de diseño si el resultado material no refleja de manera adecuada y debida las ideas que soporta. Por eso se puede afirmar que diseñar bien tiene que cumplir con ciertos requisitos como: «calidad compositiva, selección del formato o proporción, combinación y aplicación del color, sintaxis visual, selección tipográfica, precisión formal, etc.). Como tu bien dices, son los conocimientos (yo diría técnicos) necesarios para cumplir con los objetivos del trabajo.
Sin embargo, aunque ésta sea la «fachada y apariencia externa» (lo evidente), el diseño no puede resumirse a la apariencia de sus productos. El diseño se fundamenta en gran medida en el pensamiento y en las ideas (como el arte). Y en el caso del diseño se trata de un pensamiento reflexivo, esto es, un pensamiento que no se deja llevar por lo aparente de las cosas, sino que pretende ir más allá, observando a conciencia los fenómenos o hechos que se le presentan, viendo las variables o factores que los hacen ser así, problematizando y trazando rutas probables para buscar soluciones si es que tienen algún problema, o analizando y estructurando sus variables para mejorar sus condiciones y hacerlos perfectibles. En este sentido el diseño sí es una actitud, es una profesión liberal e integradora, en la que se relaciona lo que se piensa y lo que se hace. Y para encontrar esa integración hay que disponer de todos los conocimientos que se tengan, de los que hagan falta y un poco más.
(sigue)