¿Funciona la educación virtual?

¿Funciona realmente la enseñanza virtual? Según mi experiencia, puedo decirles que ¡sí!, funciona. Siempre y cuando se aplique forma adecuada. La contingencia con el COVID-19 está imponiendo este método de enseñanza a distancia, pero al mismo tiempo se generan muchas. Por ejemplo, he escuchado a más de un estudiante decir que le dan más trabajos que en la educación, que le imponen conectarse con su profesor vía videoconferencia, y también se escuchan quejas de docentes, que mencionan que ahora tienen mucho más trabajo que antes.

El primer error que cometen algunos docentes al plantear la educación virtual es pensar la clase como si fuese presencial. De esa forma se pasan por alto muchas ventajas que ofrecen las tecnologías para el aprendizaje a distancia, y generan malas experiencias para todos. No es necesario dictar una clase en tiempo real en la que los estudiantes vean durante más de dos horas a un docente hablando sin parar, pues eso genera mucho desgaste. Algunos docentes defienden ese actividad argumentando que así es como se ha venido haciendo y siempre ha funcionado, pero las formas de enseñanza virtual se enfocan en asegurar que cada estudiante comprenda los contenidos de forma clara y desarrolle determinadas competencias. La transmisión de contenidos se puede realizar también por medio de audios, lecturas o videos temáticos y de corta duración, previamente grabados y optimizados para hacer rendir al máximo el tiempo, tanto de estudiantes como de docentes, pues ese material se podrá reutilizar en el futuro.

Si eres docente te preguntarás: «¿Y como se prepara ese material?». Es mucho más fácil de lo que parece. En lugar de hacer una videoconferencia para explicar un tema largo es mejor organizar la clase. Sí, tal como lo has hecho toda la vida, preparas los temas a tratar, los materiales y defines qué actividades desarrollar. Puedes grabar un audio o un video explicando la clase. No necesitas hacer una superproducción. ¿Acaso tus clases presenciales son superproducciones? Con tu celular o con la cámara web de tu computador, graba los temas principales, los mismos temas que explicas de forma presencial y luego prepara las lecturas que puedan servir de apoyo. Graba solo lo principal. Con grabaciones cortas, en audio o en video, de entre 10 y 20 minutos puedes plantear la clase sin problemas. Todo depende de qué solución te resulte más fácil de resolver para lograr tus estudiantes comprendan la información de la forma más clara y ágil posible.

¿Esto significa que olvidarse de las videoconferencias? ¡No!, ¡rotundamente no! Las videoconferencias son perfectas para resolver dudas, escuchar los aportes de los estudiantes sobre los temas que se explicaron o incluso realizar actividades como debates o exposiciones donde el estudiante pueda compartir su pantalla y explicar su trabajo. Una videoconferencia de 30 a 40 minutos puede ser muy provechosa. Igual que en la clase presencial, lo importante es mantener una dinámica en la que todos los participantes se sientan parte del grupo de enseñanza-aprendizaje; es decir, que todos participen del trabajo en grupo.

Tal vez la mayor incógnita sea cómo evaluar el aprendizaje de los estudiantes. Esto se puede solucionar mediante el registro de aprendizajes, tal como se hace en la modalidad presencial. Existen muchas plataformas aprendizaje virtual, algunas de ellas totalmente gratuitas que permiten integrar las actividades de la clase virtual, las tareas y la evaluación realizada por el docente. Hay muchas opciones, pero también es posible utilizar el mismo método que sueles utilizar: sea una planilla en papel o una hoja de cálculo tipo Excel o similar.

No conviene saturar al estudiante con demasiados trabajos que luego no tengan tiempo para hacer. El aprendizaje requiere de periodos de descanso, para que los conocimientos se vayan asentando, y esto sucede tanto en la enseñanza virtual como en la presencial. Las tareas y actividades pueden ser cortas y sencillas o proyectos de largo plazo. Veamos algunos ejemplos para los distintos niveles educativos:

• Con el niño de cuarto grado se puede hacer el clásico experimento de hacer crecer el frijol. Se le puede pedir que registre con fotografías y escriba cómo avanza cada día. También se le puede pedir que cree un álbum virtual con grabaciones en video de todo el proceso.
• Para la clase de Castellano, al estudiante de bachillerato se le puede pedir que cree un blog (las plataformas de enseñanza virtual incluyen esa opción, pero también pueden utilizar cualquiera de las tantas opciones gratuitas que se ofrecen en la web), en donde vaya escribiendo crónicas, poemas o ensayos de los temas tratados en clase.
• Y al estudiante universitario de odontología que cursa la materia de odontopediatría, se le puede pedir que cree un cuento para sus pacientes que sirva para explicarles cómo asear sus dientes,  o que hagan un vídeo en el que expliquen como crecen y se reemplazan los dientes de los niños.

Todas las actividades se pueden realizar con herramientas gratuitas en Internet. Todo depende de la creatividad del docente y del estudiante, No soy partidaria de solicitar más trabajo del necesario. No se trata de cantidad, el objetivo es lograr que el estudiante aplique los conocimientos adquiridos; eso es suficiente.

En resumen, ¡la educación virtual sí funciona!, siempre y cuando el docente aprenda a adaptarse al medio, y a seleccionar y administrar las herramientas que mejor ayuden a sus objetivos y necesidades de cada clase.

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