Simón sobre Diseño mexicano: la emancipación del penacho y el nopal (35804)
Diálogo iniciado por Gabriel Simón en el artículo Diseño mexicano: la emancipación del penacho y el nopal
Creo en la investigación y experimentación seria de Clara Porset cuando diseña mobiliario mexicano. En la búsqueda afanosa de Barragán de una arquitectura mexicana contemporánea. No creo en la copia superficial, tomando la cáscara, lo evidente y superfluo y llevarlo indiscriminadamente a cualquier objeto. La pregunta primigenia que se plantearon los pioneros del diseño moderno sigue siendo la misma: ¿Porqué una máquina de vapor tiene que parecer un templo griego? ¿es que el objeto industrial necesita de referentes estilísticos nacionales o internacionales que justifiquen su existencia?
¿Porqué una máquina de vapor debe ser sólo un montón de fierros desagradables, por más que sean útiles? ¿porqué una casa debe de ser sólo unos cajones con puertas y ventanas? Barragán si tomó referentes nacionales e internacionales que lo hicieron uno de los grandes arquitectos mexicanos, sin dejar de ser moderno.
No se trata de armar una máquina con «fierros desagradables». La alternativa lógica es desarrollar un diseño racional basado en una «estética de la máquina» ¿Qué es lo que hace agradable a una máquina? no creo que agregándole motivos ajenos que no tienen nada que ver con la máquina. Tal y como lo dice Bruno Munari «....máquinas de coser hechas por ingenieros, con su decoración pintada en oro y madreperlas por un decorador». O como lo diría Henry Dreyfuss «...agregar coronas de flores, lazos en forma de arco y pájaros retorcidos y bestias, desvirtuando mucho los productos industriales».
Esas máquinas de coser funcionaban tal y como los ingenieros las diseñaron pero servían para algo más que el raciocinio, o lo técnico. Pensar que el hombre no tiene emociones, deseos, que la belleza no cuenta, es una falsedad. Un hombre o mujer que se destaque por su belleza, serviría, desde un punto de vista utilitario para lo mismo. Pero una vez que lo útil ha quedado resuelto siempre será más agradable la belleza. Una iglesia «moderna» simple y sin adornos y música «callejera» nunca tendrá la belleza de la capilla sixtina y con música de Bach, aunque pueden servir en teoría para lo mismo.
No creo que hayan funcionado muy bien. Mi madre, que era costurera se fastidió la espalda y las articulaciones operando esta máquina y por supuesto jamás la encontró bella. Nadie ha dicho que la belleza no cuenta, sino qué tipo de belleza aspiran tener los productos industriales. No podemos primero solucionar lo útil y después de manera secundaria agregar pegotes que la hagan «agradable». Tampoco se trata de hacer algo bello y después buscarle alguna función. La forma de un objeto industrial precisa que lo útil y lo bello sean construidos paralelamente, en conjunto, ninguno antes que el otro.
me gusta más la iglesia simple y sin adornos que la capilla sixtina, !por favor!
¿Una misa con música de Bach en la capilla sixtina? nuestro amigo Joaquín debe tener aspiraciones cardenalicias, pues sólo así podrá presidir un evento de esta naturaleza. Me viene a la mente la «ley de la parsimonia» o el «principio de la sencillez» contenido en el término «navaja de Ockham», planteado en el siglo XIII por el fraile franciscano Guillermo de Ockham, crítico del lujo vaticano, rechaza lo superfluo y exige la simplicidad en la formulación «no hay que multiplicar los entes sin necesidad» (entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem). Yo también prefiero una iglesia sencilla