Desde la falda de Raimunda
A lo largo de la historia del cine y a poco más de un siglo de existencia, el diseño continua siendo un soporte fundamental de las historias ahí narradas.
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Alo largo de la historia del cine y a poco más de un siglo de existencia, el diseño continua siendo un soporte fundamental de las historias ahí narradas. La animación virtual, el diseño gráfico y digital tienen un mayor grado de perfeccionamiento tecnológico que inclusive han dado lugar al surgimiento de nuevos géneros en la industria confirmando la cualidad sustantiva del cine como escaparate de lo novedoso.
Esto no solo ocurre en las grandes producciones de Hollywood, en Iberoamérica también tenemos ejemplos que nos ilustran lo antes mencionado. La cinta «Volver»1 (2006), una de las películas más consagradas del cineasta contemporáneo Pedro Almodóvar, demuestra el feliz encuentro creativo entre una historia por contar, una visión autoral y los recursos estéticos del diseño gráfico. La cinta trata sobre el conflicto que enfrenta Raimunda (Penélope Cruz), que sufre el aparente abandono de su madre (Carmen Maura), la cual reaparece como emergiendo del mundo de los muertos, veinte años después de ocurrida la desaparición trágica del padre de la protagonista, en un entorno económico y social saturado de carencias, conflictos y contradicciones.
La película es abundante en referentes visuales que acentúan la compleja trama en la que viven los personajes: las atmósferas sombrías del pueblo manchego en el que habitan los familiares de Raimunda; la sordidez de la vida urbana que transcurre en espacios cerrados (autobuses, departamentos, salones de belleza, bares, aeropuertos), la existencia rutinaria de aquella mujer que va de su casa al trabajo, y de este a aquella, y que al retornar a casa se encuentra con un marido sin empleo y enajenado por el fútbol. Las fluctuaciones del ambiente social en que se desenvuelve la familia que retrata la historia, un clima social que oscila entre la solidaridad vecinal y el interés convenenciero, entre otras situaciones, contribuyen a la fluidez y congruencia del guión.
En todas estas cualidades de la película se nota la influencia del diseño gráfico, pero en la secuencia final tal presencia se sublima; consumado el encuentro inesperado entre Raimunda y su madre, y cuando tal acercamiento parece apuntar hacia una reconciliación, con muchas explicaciones, lagrimas y promesas de por medio, ambas mujeres toman el acuerdo de contarse todo aquello que ha sucedido mientras la ausencia se instaló en sus vidas. Entonces, la cámara enfoca hacia el final del pasillo de la casa familiar, la iluminación va tornándose tenue, lúgubre, inexistente, y como en un sueño, comienzan a surgir destellos de formas y colores, que en un absoluto fondo negro, se despliegan en las flores, orlas y lazos que imitan el estampado de la ceñida falda que lució Raimunda en varias escenas.
Ahí termina la historia, surgiendo los créditos correspondientes, inmersos en un estilo muy Pop-Art, uno de los elementos que integran la inconfundible estética almodovoriana, a la que le esperan todavía más colaboraciones con el diseño gráfico y sus diversas especialidades.
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