Daniela Zea

Es muy cierto lo que dices, el desarrollo de la imagen de una empresa no es un gasto, es una inversión que se proyecta a futuro. Hace falta tener al diseño, no como algo que se deja a ultima hora como si fuera parte de una lista de tares pendientes, sino como algo que está en el centro del negocio que se emprende. Tener una imagen corporativa es esencial para que los emprendimientos puedan competir en un mercado plagado de marcas ya posicionadas en la mente del consumidor y con trayectoria propia. Eso sin dejar de tener claro que una marca por muy bien desarrollada que esté no sustituye un producto o servicio de calidad, es más, una marca con un buen diseño permite que esta empresa multiplique su éxito y la catapulte al liderazgo de su sector. No se debe menospreciar el diseño como un garabato, la identidad visual es un sistema del cual el símbolo gráfico es un elemento más en un conjunto de partes que funcionan de forma armónica. Lastimosamente hay que realizar una labor de educación al cliente para hacerle entender que es lo que necesita y así poderle ofrecer las soluciones que van a, en última instancia, facilitar la prosperidad de su negocio.

Dicen que el demonio está en los detalles, si algo es cierto es que nosotros los diseñadores estamos obsesionados con los detalles. Me encantó como se dio un uso tan sutil del color para darle un estilo único al producto, y a la vez facilitando experiencias con la misma, es tan épico que no tengo palabras para describirlo. Yo creo que, el color no solo es un factor más a tomar en cuenta a la hora de diseñar una marca, es un paso fundamental. Y si bien es cierto que cada persona tiene una relación personal con los colores, dado que todos tenemos experiencias únicas y nos relacionamos con los colores de acuerdo con nuestras vivencias, es también cierto que al colocar el color como un aspecto que define a la marca, le otorgamos personalidad y estilo. Como diseñadores, somos como los chefs, no inventamos los ingredientes, pero tomamos unos pocos y los combinamos en las cantidades y formas exactas que hacen que una marca ofrezca al público formas de expresarse y tener es interacción que engancha con el producto. Las marcas que hacen esto nos provocan una reacción emocional al traer a de la memoria los recuerdos y experiencias que hemos vivido junto a seres queridos.

Es preocupante el escenario que describes. El valor que tiene el diseño es difícil de medir porque sus beneficios no se distinguen de forma clara en un principio, los resultados se ven después de que el proyecto en sí ya está implementado y para determinar cuáles fueron los beneficios hay que llevar un estudio que lo demuestre. Esto crea un desinterés por parte de los emprendedores que quieren sacarle provecho hasta al último centavo de su presupuesto y ven mayor utilidad en las cosas que tu describes: Adquisición de equipos, capacitación, encontrar un establecimiento o local, etc. Esto en cierta medida escapa de nuestro control, dado que para que estos reciban el servicio que nosotros les ofrecemos debe haber un interés por parte de los clientes en contratarlo. Pero también hay ocasiones en los que nosotros como diseñadores podemos reconocer una oportunidad y tomar la iniciativa, en esos casos debemos identificar cual es el problema en cuestión y ofrecernos a solucionarlo. Esto es más complicado y requiere mucha seguridad e iniciativa de nuestra parte. Yo aún soy una estudiante y no tengo una basta experiencia para hablar del tema, pero tus observaciones y las de otros autores en este foro me han hecho reflexionar. Los voy a tomar muy en cuenta cuando me toque practicar mi profesión de forma independiente.