Todo Kandinsky en 10 simples pasos
Kandinsky es uno de los exponentes artísticos más destacados de la historia. Pero no todos conocen su legado. Conócelo aquí, en pocas palabras.
AutorRed de Diseñadores con Conciencia Social Seguidores: 152
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Wassily Kandinsky (1866-1944) es uno de los máximos exponentes del arte y resulta una referencia insoslayable para cualquier estudiante audiovisual o incluso para cualquier profesional (pues siempre es bueno repasarlo). Sin embargo sus conceptos no siempre están vigentes o frescos en la mente de los creativos y comunicadores. Este pintor, docente y escritor es considerado por muchos como «la Biblia del Arte». Para quienes no lo repasan desde hace tiempo o para quienes no lo leyeron aún, este texto aborda los aspectos más esenciales de su obra con la intención de difundirla y darle el lugar que merece como gran exponente del mundo artístico, pero también del universo conceptual. En diez simples pasos conocerás los ejes más trascendentales de su extensa obra teórica:
1. Creación útil y pirámide en movimiento
El artista es como un peón que arrastra un duro peso, pero con sus logros levanta la vara y exige por consiguiente a sus sucesores. Por su parte, la «creación útil» es aquella que, con una clara intención, nace de los más visceral del artista para un fin emocional concreto que, en el mejor de los casos, favorece a la sensibilidad de la Humanidad toda. Alcanza con pensar en una bella obra de Mozart capaz de conmover a cualquiera.
2. Obligación y responsabilidad del artista
Kandinsky indica: «el artista es amo y a la vez siervo de su talento». Es amo porque ha sido dotado de una capacidad especial y una sensibilidad excepcional, pero a la vez tiene la responsabilidad de devolverla a la sociedad a través del virtuosismo de sus creaciones, al menos para Kandinsky. El talento utilizado para la vanidad, la vanagloria o el propio interés es un saco roto que no cumple con los dones recibidos. El artista no es un privilegiado: lo que ha recibido debe ser dado, y con la mejor de las calidades. Esto, por supuesto, se transfiere a todas las disciplinas, no solo al ámbito del arte. De hecho compara al talento más como un peso que como un privilegio, una carga difícil de mover.
3. Disonancia emocional y belleza interior
Para Kandinsky las cosas no son bellas por su exterioridad, sino por la conexión que tienen con la intención emocional de su autor. Si el artista ha actuado por imitación o por competencia, su obra no nace de una intención (y hasta una necesidad) expresiva. El artista se vale de todos los medios a disposición en el arte pero solo si le sirve como canal concreto de lo que siente. La «disonancia emocional» es esa desconexión entre lo que se siente y lo que se expresa.
4. Superficie ideal y delimitación
Kandinsky diferencia la superficie real de la superficie ideal. La superficie real es la medida específica del soporte en el que trabaja el artista (por ejemplo, un lienzo de un metro por un metro), pero la «superficie ideal» es aquella apropiación que el autor realiza de ese espacio concreto con las sensaciones de profundidad, alejamiento o acercamiento, perspectiva o proporción. Ese pequeño universo generado a partir de tales principios elementales del arte, es lo que permite generar espacios totalmente propios y personales. Alcanza comparar Las Meninas de Diego Velázquez con El grito de Munch: allí dentro se recrean pequeños universos inmersivos pero con diferencias ostensibles.
5. Arte monumental y «Arte por el arte»
Para Kandinsky el Arte Monumental no es otra cosa que la sumatoria de todas las artes en su tiempo, con sus rasgos particulares pero a la vez con sus diferencias. Cada obra no es un hecho aislado de su contexto sino que se entiende en relación al resto. Por su parte, el «arte por el arte» es otra manera de referirse a la «mentira artística», es decir, toda creación plástica que no está en conexión sincera con la intención expresiva de su autor sino con un afán imitativo vacío y sin sentido.
6. Movimientos y comparaciones
Todo color insinúa movimientos de acercamiento, alejamiento, inclinación hacia la derecha, hacia la izquierda, o incluso movimientos concéntricos. El azul oscuro parece alejarse del espectador y el rojo irritante parece abalanzarse sobre él.
7. Antinomias del color y barreras
Las antinomias del color son las que se presentan en el círculo cromático, formando duplas de complementarios más o menos eficientes según el criterio del autor. Los adyacentes, por su parte, se sitúan a un lado y al otro de cada tono, generando duplas útiles para cuando se pretenden contrastes sutiles.
8. La personalidad, lo eterno y la época
Toda obra es un conjunto de 3 factores: confluyen la personalidad del autor pero también las nociones eternas del arte (proporción, equilibrio, punto focal, etc.) y los condicionantes de cada época, con sus modas y recursos, más o menos pasajeros.
9. Sabor del color
Kandinsky, con la tan de moda «sinestesia» (interconexión entre los 5 sentidos), compara las sensaciones del color con otros ámbitos de la vida: un cuadro puede evocar un buen plato de comida y viceversa.
10. Efecto físico y psicológico del color
Todo color no sólo tiene un efecto físico (el amarillo fluorescente irrita el ojo) sino que también tiene un efecto psicológico totalmente personal y único. El amarillo no será lo mismo para una persona que vivió su infancia entre trigales en el campo que para un presidiario que llevó un uniforme de ese color durante 20 años. La «vivencia interior del color» (tal como la denomina Kandinsky) depende únicamente del espectador.
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Finalmente: «La obra es hija de su tiempo pero madre de los sentimientos». Con esta frase, Kandinsky deja en claro que el artista no debe subyugarse solamente a los condicionantes de la época en la que nació, sino que debe adaptarlos a sus intenciones expresivas. Algo de rebeldía habita en todo artista.
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