Pensar antes de diseñar
¿Cómo pensamos los diseñadores hoy en día? ¿En qué pensamos cuando estamos transitando nuestras primeras experiencias? ¿Y cuando ya logramos años de trayectoria?
AutorAngelo Capaldi Seguidores: 11
EdiciónMadeleyn Mendoza Seguidores: 17
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El pensamiento como base y principio estratégico es la clave del trabajo de los diseñadores. Es el puntapié inicial a la hora de sentarnos a analizar el futuro que deseamos desarrollar. Propongo discutir este tema de discusión, que nos servirá para analizar con qué criterio los diseñadores estamos trabajando y desarrollando nuestra profesión hoy en día.
¿Bajo qué criterios trabajamos hoy? ¿Qué es lo primero en nuestra escala: tener la posibilidad de una continuidad en calidad y eficacia o saciar cierta ansiedad de trabajo? ¿Estamos desesperados por desarrollarnos en el campo? ¿Caemos en la reducción de pensar que porque hicimos dos logotipos ya somos diseñadores? ¿Buscamos satisfacer la necesidad inmediata por simple orgullo y bienestar personal, para decir: «soy diseñador», sin importar si lo que hicimos es realmente lo correcto, bajo un criterio cierto?
Hoy en día la profesión está sufriendo una desvalorización causada por el incremento de pensamientos erróneos sobre qué es realmente lo que hacemos. Tal vez sea el resultado de cierta información vana y vulgar, de fácil acceso en la red, con conceptos que inducen a pensar que diseñar es cuestión de manejar unos ciertos programas. Así, muchos estudiantes ingresan a las universidades pensando que tomarán clases de manualidades, para luego decepcionarse con materias como Antropología y tantas otras que profundizan sobre el comportamiento humano.
Para algunos profesionales y estudiantes el trabajo de diseño se está convirtiendo de una especie de maquinaria insulsa: muchos estudios de diseño son una especie de fábrica industrial, en la que el cliente entra por una puerta, pide algo y por otra puerta sale una «marca».
Debemos dejar de atender solamente la urgencia. Debemos dejar de preocuparnos únicamente por el ahora inmediato, sin pensar si lo que hacemos es correcto y conviene estratégicamente al cliente. Por supuesto que la realidad es que se trata de un trabajo como cualquier otro y necesitamos vivir de él, pero también podemos sentarnos a pensar, razonar y dejar el pensamiento espontáneo de lado por unos segundos.
Solemos criticar destructivamente a quienes se consideran diseñadores por saber usar un software, pero terminamos actuando de igual modo al no poner el punto y aparte donde el relato lo pide. Muchas veces hacemos todo lo contrario a lo que necesitamos para lograr un buen resultado. En lugar de razonar la situación, de buscar dudas, crear hipótesis potenciales de trabajo y estrategias de comunicación elaboradas desde un punto de partida, nos sentamos frente a la pantalla sin haber bajado los cables a tierra, sin razonar la eficacia, viabilidad, proyectualidad y nivel de realidad de nuestra idea.
No es que debamos dejar de ser creativos; al contrario, debemos ser más creativos que nunca, pero también debemos ser inteligentes.
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