Nihilismo proyectual: el vicio que frena la teoría del diseño

La primera referencia al nihilismo proyectual proviene de Bernhart E. Bürdek, quien señala la brecha abierta en la profesión del diseño.

«El nihilismo proyectual que se extendía especialmente por las escuelas abrió una grieta profunda entre la teoría y la práctica en el diseño, grieta que hoy en día aún subsiste».

La construcción de la teoría del diseño arrastra un gran lastre, heredado del gremio artístico y, derivado de este, de su praxis. El «nihilismo proyectual» se hizo patente en un momento crucial de la historia del diseño, coincidiendo aproximadamente con el cierre de la Bauhaus y el Vjutemás. Este fenómeno estuvo ligado a la filiación política socialista de más del 80% de su base estudiantil y docente, y se utilizó para despojar al diseño de su visión social.

Incluso la visión científica de la Escuela de Ulm fue considerada un problema y clausurada, dejando inconclusa la creación de una teoría que sustentara el diseño en las direcciones sugeridas: científica, transversal o disciplinar. El objetivo de esta maniobra fue dar paso a la obsolescencia programada y a una serie de tretas mercantiles poco éticas.

En este contexto, los vicios gremiales heredados al diseño —provenientes de su historia de formación como apéndice de escuelas de arquitectura o fusión de escuelas de artes y oficios— dieron como resultado el «nihilismo proyectual». Este concepto fue utilizado para fragmentar al diseño, que sobrevivía tanto a la persecución de la visión social como a la academia científica.

Definición de nihilismo

«El nihilismo suele presentarse como nihilismo existencial, forma en la que se sostiene que la vida carece de significado objetivo, propósito o valor intrínseco».

De forma muy general, el nihilismo se considera una crítica social a los valores, costumbres y creencias de una sociedad.

«Nihilista es la persona que no se inclina ante ninguna autoridad, que no acepta ningún principio como artículo de fe».

El significado de proyectual

Proyectual es un neologismo de proyectar, la acción de realizar un proyecto. Proyectar y diseñar suelen usarse a menudo como sinónimos.

El «nihilismo proyectual» podría entenderse, idealmente, como la acción libre y liberadora del ejercicio del diseño: la praxis sin atavismos ni sometimiento a los estilos o dictados sociales. Sin embargo, en la práctica, parece ser una forma sarcástica de referirse a uno de los vicios más grandes de la profesión. Este vicio consiste en ver el diseño como un «don» innato que separa al creativo del resto de la sociedad. Esto genera una contradicción fundamental, pues ¿qué sentido tendría, bajo esta circunstancia, la enseñanza en diseño?

Una parte considerable del gremio ha creado la idea de que la «acción proyectual» es el centro de la actividad de diseño. Por ende, la acción teórica se vuelve irrelevante frente a la práctica, considerándola solo un registro histórico y no una parte de la acción creadora o creativa. Recordando un artículo de FOROALFA, si el diseño se define exclusivamente como práctica, se cancela el proceso teórico.²

Sin embargo, la acción de proyectar no es algo exclusivo del diseño y, curiosamente, contribuye a la confusión. Es crucial tener presente las diferentes formas de definir la palabra diseño según el idioma (inglés, español, italiano, francés, etc.). Este simple cambio de óptica mueve el diseño de una acción formal-idiomática a una material.³

El creativo, el que proyecta, es percibido como autónomo y autosuficiente en su acción proyectual. Por consiguiente, solo queda la cuestión de su formación, la cual es considerada por la mayoría una cualidad nata que se perfecciona en las escuelas del gremio, pero que no se aprende. El don creativo, que no es exclusivo de los diseñadores, se convierte en el centro de atención de lo que debería ser un diseñador, sin poder ser estudiado, cuestionado y solo muy parcialmente dirigido.

El genio es el rango máximo de desarrollo de un creativo y el máximo exponente del gremio ante la sociedad. Así, el diseño queda relegado a una acción azarosa, ejercida por algunos virtuosos, apoyados por pupilos de menor valía, según el grado de su «don».

El diseño como «don» versus la teoría

Debemos plantearnos las siguientes preguntas. Si proyectar no es algo exclusivo del diseño, ¿cómo puede estar ahí su centro? ¿O el diseño es un agregado o un tipo de administración?

El «nihilismo proyectual» es solo un vicio gremial-artístico, pues no se basa en el proyecto como actividad motora creativa, sino en el «don» o la supuesta habilidad de unos pocos. De lo contrario, se buscaría estructurar la acción proyectual, lo cual no sucede (si sucediera, por ejemplo, se hablaría de las acciones para la materialización de lo proyectual, o del diseño como una práctica que materializa el proyecto).

Esta herencia ha dificultado el desarrollo del diseño, de manera muy especial en la enseñanza y formación de profesionales, y también en la construcción de su sustento teórico. Surge la visión de: ¿todo lo que se proyecta es diseño? ¿Dónde está el límite entre administración y diseño?

El diseño como un cuarto dominio o proto-filosofía facilita esta ambigüedad. Quizás sea algo tan simple como que el diseño es una administración especializada en estructurar la materia y el resto es administración, pero esto es solo una idea. La falta de un soporte teórico del diseño facilita las prácticas mercantilistas poco éticas, desde la obsolescencia programada hasta las falsas energías verdes.