Lo transversal de lo multidisciplinar
Lo multidisciplinar parece haber tomado la forma de una bandada de pájaros cuyo rumbo cambia de manera aleatoria y en función del líder del momento.
AutorVladimir Hernández Botina Seguidores: 31
EdiciónMartín Comoglio Seguidores: 37
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Ya casi nadie discute sobre lo «interdisciplinar» en el —y del— diseño, y sobre las bondades que dicho concepto ha traído a esta disciplina u oficio (dependiendo de cómo se quieran ver las cosas), así como las ventajas y puertas que ha abierto en cuanto al desempeño profesional que al sujeto «diseñador» se refiere.
Hoy los diseñadores, algunos al menos, parecen ser pioneros y puntas de lanza en una sociedad cada vez más alejada de la hiper-especialidad. Es común asistir a conferencias, ponencias y socializaciones donde el diseño parece haberse ganado un lugar en cuanto a formulación y solución de problemas se refiere, todo gracias a su capacidad de inmiscuirse entre los actores sociales e identificar soluciones «creativas» y resultantes de ligar o enlazar conocimientos, conceptos, individuos, disciplinas e incluso ciencias que no guardan relación aparente, al menos no desde la visión académica tradicional.
Así pues, algunos con escepticismo y otros extasiados de emoción, hemos visto cómo el oficio «diseño» se posiciona poco a poco como «director» de grandes orquestas multidisciplinares y multi-instrumentales; que tras girar en torno a metodologías como el Design Thinking, ceden a la transferencia de conocimientos en pro de lo que la batuta marca y dan cabida a ese cúmulo —o mashup— de elementos y conocimientos granulados dispuestos a ser reestructurados de mil y una formas. Sin embargo, dicho cúmulo de disciplinas parece acercarse cada vez más al caos, y no es exactamente esta cercanía la que me inquieta, sino el hecho de que, en el afán de abarcar nuevos campos, el trabajo inter y multidisciplinario parece haber tomado la forma de una bandada de pájaros cuyo rumbo cambia de manera aleatoria y en función del líder del momento. Conducta que muchas veces resulta errática e indeterminista, llevándome a plantear la necesidad de establecer un eje transversal que determine o guíe, al menos de forma constante, esas nuevas formaciones disciplinares y multiconceptuales. Un eje que haga del diseño o cualquier otra disciplina solo un vehículo más, un actor, un oficio de la horizontalidad, evitándole suicidarse al ser ejecutor de paradojas tales como «las burbujas o las explosiones mediáticas» que alimentan el ego y convierten poco a poco al diseño en dictador. Un dictador que desconoce las dictaduras y lo totalitario de otros campos del saber, pero que al parecer fortalece un fascismo propio al servicio de su visión, negándose a sí mismo la posibilidad de experimentar y permitir que otras visiones experimenten con él.
Al parecer, el «progresismo» disciplinar (indeterminista como casi todo progresismo), nos ha ido convenciendo cada vez más de que nosotros (los diseñadores) somos los ejecutores, los científicos y los guías que deben orientar el camino a seguir, incluso sin percatarse del recurrente vicio del diseñador de perder el enfoque y su capacidad objetiva de diferenciar fines y herramientas.
Ante el problema planteado, teniendo en cuenta que trabajo en la creación de mi propia «proto-reflexión», por ahora se me ocurre postular dos candidatos que, según mi modo de ver las cosas, resultan recurrentes. Dos candidatos que en cierta forma han regido la aleatoriedad de búsquedas profundas e históricas del ser humano. Hablo del «socio determinismo» y el «tecno determinismo». De esta manera y no contando con la claridad y las pruebas necesarias de que en una sociedad como la nuestra sea posible el determinismo absoluto, lanzaré y dejaré abiertos un par de interrogantes en términos de inclinaciones y cercanías:
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¿A cual de estos dos candidatos (socio determinismo o tecno determinismo) debería al menos tratar de orientarse lo transversal en esta era de lo multidisciplinar?
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De decidirnos por el socio determinismo —camino que a menudo parece resultar más «ético» y comúnmente aceptado— ¿por qué en la práctica, sobre todo del diseño contemporáneo, parecemos actuar a favor del camino contrario?
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