Fraguar la mente a través del diseño
Las banderas y escudos son representaciones emblemáticas de las naciones, capaces de reunir segmentos sociales e ideológicos antagónicos.
AutorFernando Navia Meyer Seguidores: 148
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La gestalt del escudo
seduce al ojo,
coloniza la mente
y además, celebramos.
Las representaciones son objetos, ideas, palabras, símbolos, logotipos, escudos, banderas, etc., que están en lugar de, en sustitución de, en un determinado contexto y para unos determinados fines; para lo cual, se crean acuerdos, convenciones entre las personas respecto a esa representación y lo que representa. También, las más de las veces, son representaciones impuestas para unos intereses y fines predeterminados por los poseedores de ese interés.
Estas representaciones son, la mayoría de las veces, de carácter visual, conociéndose y reconociéndose la representación a través de la mirada, cuyo efecto inmediato es la asociación mental que se efectúa entre la representación y lo que representa, instante en que surgen los valores subjetivos y objetivos en las personas para calificar o descalificar esa representación.
Las palabras Brasil, Bolivia, Argentina, Chile, Colombia, Perú y otros, en forma verbal y escrita representan a todos los ciudadanos nacidos en esos espacios territoriales, igual que el mapa es una representación de cada uno de esos territorios.
Las banderas, himnos y escudos representan a los ciudadanos brasileros, bolivianos, argentinos, chilenos, colombianos, peruanos, entre otros y todas las posesiones subjetivas y objetivas, naturales y culturales, que están en ese territorio. Es el poder de la simbolización de una nación como un todo a través de esos símbolos.
Un ser humano que nace en uno de estos territorios, es asumido por los demás y más tarde por él mismo como brasilero, boliviano, argentino, peruano, etc. Será, por tanto, automáticamente representado por su bandera, himno y escudo, además de todas y cada una de las representaciones culturales, territoriales, religiosas, lingüísticas, históricas, etc. que determine el contexto territorial específico donde ha nacido. Inevitabilidad producto de las convenciones sociales y culturales por las que los seres humanos hemos optado. Somos terrígeno-culturales.
Las representaciones cambian, se extinguen, se ocultan y otras veces regresan resignificadas. Depende de las condiciones sociales e ideológicas predominantes en cada periodo y época.
En el caso de los escudos de América, si bien han sufrido modificaciones en algunos de sus emblemas o figuras por las condiciones políticas e ideológicas prevalecientes en cada período histórico —México 2003, Argentina 1944, Bolivia 2004, Colombia 1924, Chile 1834, Ecuador 1900, Venezuela 20061, entre otros—, en lo esencial, conservan sus atributos originados en Europa y que se introdujeron en el continente, junto a su instrumento: la heráldica; su fundamento histórico, ideológico y formal.
Por lo tanto, son símbolos que conservan la forma y figuras del periodo de dominación colonial, sincretizados a través de cambios introducidos a partir de la independencia y posterior.
A los cambios en las figuras —agregando nuevas, eliminado otras o modificando el estilo de la figuras— no siempre se añade lo que significa y, por lo general, se desconoce el significado atribuido a cada figura. De donde la gestalt del escudo seduce al ojo, coloniza la mente y además, celebramos.
La celebración
El año 2009 marca el inicio del bicentenario de la independencia de varios países y ciudades de este continente. Chile, Argentina, Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia, Ecuador y otros han iniciado diversos proyectos festivos y simbólicos para representar las luchas independentistas. Las banderas, himnos y escudos serán los símbolos privilegiados en los actos de celebración, porque son las representaciones más emblemáticas, capaces de reunir segmentos sociales antagónicos por clase social e ideología de una misma nación.
Quien osara revelarse contra su bandera, himno o escudo sería calificado como traidor a la patria.
Y esto es así, porque los símbolos nacionales como el escudo —a través de décadas y siglos— han fraguado en la mente de los representados hasta adquirir atributos casi «naturales». Son generaciones de brasileros, argentinos, bolivianos, chilenos y otros que han nacido y muerto bajo su bandera, himno y escudo.
Esta perennidad y ubicuidad de los escudos es el vehículo más formidable del valor simbólico que se le atribuye. Los símbolos nacionales son considerados sagrados y se incrusta en lo más íntimo del ser humano. Quedan interiorizados como uno de los valores fundamentales, tanto como la religión o creencias que cada uno posee.
Pese a la racionalidad objetiva, concreta y colonial en el diseño de los escudos, se impone la actitud y comportamiento humano irracional por ese anclaje subjetivo y profundamente simbólico que impone una barrera mental y emocional a cualquier iniciativa descolonizadora del diseño de los escudos.
Servilismo del diseño
200 años que el diseño (y con él, los diseñadores) no tiene interés en preguntarse que hacen blasones como el gorro frigio —que representa la libertad (¿paradoja, ingenuidad, olvido?)— en los escudos de Cuba, Argentina, El Salvador, Colombia o Bolivia. ¿Es la herencia napoleónica de la invasión a España en el año 1808?
Los laureles, olivos, cornucopios, caballos, cañones y otras figuras, además del mismo lenguaje visual heráldico y genealógico, ¿no son la fragua de la ideología colonizante que dominó el continente que «vive» en los escudos y a través de ellos, en las mentes de los colonizados?
El gorro frigio francés en medio de la elipse Argentina y dos manos haciendo «la paz», ¿no es una señal que perpetúa la dependencia?
El feroz león enfrentando a la dócil oveja en el escudo de la ciudad de La Paz, la temible águila bicéfala en el escudo de Potosí, cabezas decapitadas en el escudo de la ciudad de Sucre. La cruz potenzada, símbolo de las cruzadas en el escudo de Santa Cruz, no son señales y signos anclados en la mente de los subyugados. Signos de una sumisión y servilismo voluntario?
La celebración del bicentenario será un rito de idolatrías a la independencia cuando aún, lo más preciado, que es la libertad mental no se ha logrado.
Preguntas
¿No consideras que los escudos, así como los nombres y las banderas de los países, se resignifican con el correr del tiempo, más allá de los contenidos explícitos o metafóricos que les dieron origen? Así, por ejemplo, la bandera, el escudo y el nombre de Cuba ¿significan para los cubanos y para el resto del mundo lo mismo ahora que antes de la Revolución?
Ha sido frecuente que en el nacimiento de los escudos se mantenga en secreto para las mayorías —como la masonería y otros, menos— el significado de cada una de las figuras y el significado total del escudo, algo así como la historia del santo grial. Por lo tanto, en el origen del diseño heráldico de los escudos está toda esa carga política, ritual e ideológica con que se originaron, sin culpa de los que aqui nacieron. Y están aquellos escudos, cuyo significado está en la misma constitución política de los Estados —en otros varios casos no lo está— y que ha sido atribuido bajo específicos intereses políticos de las élites locales dominantes (en su ingenuidad intelectual se diría). Pero, he aquí la paradoja, el pueblo o la colectividad de una nación casi con certeza desconoce los significados atribuidos o constitucionalizados por los ideólogos a las figuras, y es superado por tanto el o los significados que podrían tener por supravalor, que posee para cada ciudadano como símbolo de su patria. El peso cultural y simbólico de la patria —reflejado en el significante bandera, escudo, himno— es tan poderoso, que practicamente cualquier cosa puede representar esa patria. Es tan potente como la religión y fé que cada quién profesa. Es hasta temeroso y temerario el sentimiento mental. En todo caso lo que reclamo es que si vamos ha estar poseidos (porque es más intenso que cualquier marca que se posesiona en la mente) por signos y escudos coloniales, por lo menos nos enteraremos de su significado histórico, gráfico, semiótico y ritual. Es decir, saber y comprender que estamos nomás colonizados mentalmente, y que puede provocar un dolor cerebral fantasiar siquiera con deshacerse de éstos símbolos. Es un haraquiri mental.
¿Te parece que deberían cambiarse los escudos, nombres y banderas que hagan referencias o contengan metáforas colonizantes? (El nombre de Argentina, por ejemplo, tiene su origen en la muy colonial necesidad española de extraer la plata de la región)
Durante dos meses se estableció un debate en Bolivia, el cual fue iniciado por mi reclamo a la Asamblea Constituyente para que se cambie el escudo de Bolivia, con argumentos y justificaciones puntuales de caracter histórico, gráfico y semiótico; resultado de un extenso estudio de seis años. El resultado fue de enfrentamientos peligrosos en las calles entre ciudadanos a favor del cambio (políticos que se interesaron en el cambio para asumir poder partidario y que se equivocaron) y ciudadanos que se negaron a palos y piedras (por esta colonización mental que señalo). Pensar en cambiar el escudo sonaba como ha deshacerse de la patria. Hubo heridos y contusos, hasta que el gobierno frenó la iniciativa de cambio y así nada cambió, pero al mismo tiempo ya cambió. Porque la gente lo está pensando. Es como querer cambiar la cruz de la religión católica por un fragmento de tierra de la Pachamama. Para concluir quiero hacer notar una enorme aberración: con la nueva Constitución Política del Estado aprobada en Bolivia el 25 de enero de 2009, el Estado se separa de la religión católica. Ahora las autoridades juran sobre el texto constitucional y no sobre la biblia. Sin embargo en el escudo permanece la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
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Traducir al inglés Traducir al italiano Traducir al portugués- Navia, Fernando. «Disfunciones Icono-semióticas del Escudo de Bolivia», Grupo Editorial Design, 2004, La Paz, Bolivia.
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