Diálogo Nº 51092

Pienso que el poder no es necesariamente ni bueno ni malo, para mí es solo nuestra capacidad de influir en el mundo por medio de nuestras acciones y hacer que las cosas sean diferentes, según nuestros deseos e inquietudes. Depende de quien lo ejerza para que estos cambios sean en beneficio de los demás o para abusar de estos. Cuando hablamos o nos comunicamos también estamos actuando, abrimos posibilidades que antes no existían y al recibir una respuesta se abren otras más, así en una danza que se produce a través del lenguaje. Considero que el poder, la comunicación y las emociones están muy ligadas. Cuando vemos que nuestras acciones incrementan nuestras posibilidades, tenemos emociones positivas, como el entusiasmo y la alegría; Cuando vemos que estas se reducen tenemos emociones negativas como la tristeza.

Hoy en día estamos constantemente expuestos a toda clase de mensajes donde quiera que vayamos, muchas veces contradictorios. Se hace cada vez más difícil darle sentido a la lo que sucede, lo que tiene valor, es bueno, moral y ético y lo que no lo es. Se hace necesario blindarnos psicológicamente y tener un sentido de individualidad para no ser manipulados por el caos que nos rodea. Así mismo es inevitable influir y ser influidos por las personas que nos rodean. Al comunicarnos, según lo que decimos y la forma en que lo decimos, también estamos revelando un poco de quienes somos, incluso cuando no es nuestra intención. Diría que, en ocasiones, hasta en el silencio comunicamos más que con mil palabras.