Departamentos de Diseño en organizaciones públicas y privadas
¿Cómo ayuda el diseño a la identidad empresarial en el mercado? ¿Por qué las organizaciones deberían tener su propio departamento de Diseño?
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El diseño ha sido empleado en ámbitos muy variados con diferentes alcances de significado, lo que ha favorecido a que en la realidad profesional se desdibujen sus límites. A menudo, dentro de las empresas se relega la posición del diseñador a un segundo o tercer plano, sin considerar las posibilidades que otorga el carácter multidisciplinar de su formación.
«El diseño es un medio por el cual se cumplen objetivos finales tales como servir a los mercados y generar beneficios. Además, es un elemento de responsabilidad social. Un buen diseño es una manera de complementar el rendimiento».
Con la frase anterior se ilustra el valor del diseño más allá de su apreciación únicamente creativa, la misma que ha calado en desmedro de su íntegra consideración profesional. Afortunadamente, en los últimos años se ha avanzado en evidenciar puntos de contacto con otras disciplinas, dando lugar al surgimiento de propuestas de alta calidad.
En las empresas no es común contar con departamentos de diseño. Este tipo de necesidades se contratan externamente en forma de servicios. Esta falta de integración del proceso de diseño a la estructura organizativa responde en la creencia errónea de que estos procesos no responden a criterios rigurosos. Para contrarrestar ese argumento, los profesionales necesitamos cumplir nuestras tareas con minuciosidad y de acuerdo a los plazos establecidos.
El diseñador está para aportar, con espíritu innovador, mejoras en la cadena que conduce del producto al usuario. Para ello, necesita conocer datos de dentro y fuera de la organización, pues la gestión del diseño, idealmente debería realizarse en conjunto con los diferentes departamentos. La clave del éxito en este punto sería optimizar al máximo el intercambio de conocimientos, sosteniendo una retroalimentación permanente.
No hace falta más explicación para comprender que las áreas comúnmente asociadas al diseño (desarrollo de producto, publicidad y marketing), necesitan integrarse a los procesos productivos y trabajar íntimamente con todas las áreas de la organización para poder optimizar al máximo los resultados, en lugar de aparecer en forma esporádica o tardía.
La complejidad transdisciplinaria que puede ofrecer la integración del diseño a la organización puede ser fundamental para romper con la linealidad, detectar y atender necesidades situadas en contexto, orientar los procesos organizacionales de manera integral y, finalmente, construir valor para los públicos de la organización.
Visto de este modo, el diseño integrado a las organizaciones en forma de departamento, deja de ser sólo una actividad creativa espontánea, ocasional e incontrolable, para integrar el proceso innovador permanente de las organizaciones.
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