Ricardo Alonso Cuellar

Por lo leído, el resultado es que no funciona, no emociona, no comunica, etc. Finalmente no es una «marca país». Es simplemente una campaña publicitaria de un imperativo del mercadeo de moda: el de estar conectado. La única respuesta posible: .CO. Eso es lo que se está promocionando, el dominio de Colombia en internet, en un país donde su penetración apenas cubre el 11% de la población. Si fuera, incluso, bajo la pretensión de la directora de la marca de que se lea como se lee USA, hubiera sido preferible COL. ¿Se sabe qué pidió el cliente? Véase pues un ejemplo de la retórica del diseño.

Tal vez se le quiera pedir más peras al olmo. Me parece que para entrar al mercado de las tabletas lectoras de contenidos digitales es suficiente. Es más, les pone un punto muy alto.

Otros querrán que lea el Tarot y otros que guie la compra de acciones en la bolsa y otros que...

Me parece acertada la apreciación de «histeria mediática» al respecto. ¿Es mucho pedir que se valore en lo que si misma se propone? Y ver mas bien, por ejemplo, si en términos del diseño se supera o no lo que ha sido una barrera para los lectores en cuanto a las cualidades o exigencias tipográficas?

...Hay algo que me acuerda de Chrysler y Pepsi...

Falta ver si apenas son una funcionalización de las conocidas en el «Font Folio» y bueno, algo se podrá ganar. Lo que si quisiera ver es el desarrollo de fuentes aplicadas a las TLCD, Tabletas Lectoras de Contenidos Digitales, –los mal llamados libros electrónicos– porque justo su diseño apropiado es lo que aún no convence en los recién famosos lectores. Tal limitación es un factor determinante en la penetración de tales dispositivos en los nuevos mercados.