Una ruta para el diseño industrial

Las repercusiones socio-económicas que tiene el hecho de abordar de forma sistémica el proyecto de diseño.

Guillermo León, autor AutorGuillermo León Seguidores: 0

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Actualmente existe una compleja discusión ideológica sobre la profesión del diseño industrial. Los medios de comunicación reflejan una imagen frívola de la disciplina, con argumentos de peso que tienen que ver con la pobre teorización de los últimos años y fundamentalmente con la aparición en escena de productos poco funcionales, carentes de concepto y reflexión. Este escenario nos lleva a cuestionarnos sobre nuestro verdadero papel en la sociedad, y a indagar con escepticismo en el sentido mismo de la disciplina y su desarrollo histórico.

La ideología del diseño surgida de las vanguardias de las primeras décadas del siglo XX, define su dimensión estructural, económica y simbólica, otorgando a la disciplina su carácter productivo. En ese origen el diseño industrial consideraba únicamente las «necesidades objetivas» del usuario. El profesor argentino Norberto Chaves explica la evolución del diseño hacia el antifuncionalismo o irracionalismo1, que sería la ruta por la que hoy transitamos. El diseño posmoderno, desafía la eficacia de lo racional y pragmático, centrándose en dar respuesta a las demandas del mercado, ayudando a desarrollar la industria (donde se hallan las mayores posibilidades de intervención), dinamizándola y potenciándola.

Es necesario trazar una nueva ruta para el diseñador latinoamericano, obviamente dentro de nuestro propio territorio, que nos permita convertir nuestras debilidades en potencialidades y opciones concretas para el futuro. Y para lograrlo necesitamos aplicar creatividad e innovación.

«En un momento en el que los cambios en el mercado se producen cada vez a mayor velocidad y las ventajas competitivas, como las diferencias en el precio o en el producto, son fácilmente imitables y están dejando de ser eso, la innovación se ha convertido en la principal arma estratégica no solo del diseño, sino de cualquier organización para ser competitiva».2

Para incorporar la innovación al diseño proponemos dos directrices:

  • Una de ellas es intentar en cada caso conjugar creativamente una solución que responda a todos los requerimientos, agregando valor, para lograr un producto exitoso.
  • La otra —un poco descuidada a pesar de su preeminencia— es producir desde la profesión una reflexión profunda para establecer nuevos métodos racionales bien estructurados, que garanticen una mirada dinámica y holística sobre las problemáticas que cada caso plantea.

Para llevar adelante la primera directriz, es fundamental incorporar la capacidad de análisis prospectivo, necesaria tanto para predecir situaciones, como para prepararse para enfrentar retos futuros.3

En cuanto a la segunda directriz, el agotamiento de los recursos naturales, la notable explosión demográfica y sus repercusiones, sugieren que la labor del diseñador no debería obedecer a políticas consumistas, sino intervenir en escenarios específicos y centrarse nuevamente en las necesidades del individuo. Sin embargo al validar ciegamente posturas como esa, estaríamos negando que el diseñador es en realidad un producto de la sociedad industrial, regida por las leyes del mercado, y que sólo en ese escenario tiene verdadero sentido su labor.

¿En qué aspectos deberán centrarse los esfuerzos por superar el supuesto estancamiento? Dentro de los elementos comunes que nos distinguen de otras profesiones encontramos fortalezas notables en cuanto al usuario, la función y la usabilidad, campos en los cuales, sin duda, deberá establecerse el énfasis y una investigación más amplia.

«Lo que es irrenunciable para el diseñador industrial —pero no para un ingeniero— es la referencia constante a uno o más usuarios del producto proyectado por él. […] esto lleva al diseñador industrial a concentrar sus propios esfuerzos proyectuales sobre los aspectos ergonómicos, de prestación y estético-simbólicos más que sobre aquellos tecnológicos en sentido estricto».4

La innovación no debería limitarse al contexto tecnológico; el diseñador industrial como un especialista en la lectura de interacciones podría establecer nichos de posible intervención en diferentes áreas. Aunque es inevitable que su labor se vea actualmente muy condicionada por la tecnología, el diseñador debe asumir estas situaciones aplicándolas en su proyecto en un proceso sinérgico coadyuvándose del conocimiento a la manera de un «sistema de innovación».5

Un sistema de innovación se configura mediante la integración transversal del factor humano en torno a un proyecto de desarrollo. No se trata de una acción particular, sino de una aproximación estratégica al entendimiento e intervención sobre los fenómenos, bajo un enfoque sistémico. El diseñador juega un papel central en esta dinámica de asimilación colectiva del conocimiento con miras a desarrollar aplicaciones prácticas en el entorno productivo. Es el agente de cambio que gestiona la articulación creativa de los actores involucrados desde diferentes perspectivas e intereses frente a un determinado problema u oportunidad de desarrollo.

Es importante que el diseñador esté al tanto de las implicaciones sociales, económicas y culturales del contexto. Debe contemplar por ejemplo fenómenos como las nuevas tipologías de producto y su miniaturización, traídos a escena gracias al gran avance de la tecnología. El requerimiento imprescindible de innovar para este caso, depende en gran medida del desarrollo de otras áreas del conocimiento involucradas en la designación de un nuevo producto. La labor de gestionar los métodos o maneras de afrontar la selección de las características y especificaciones se convierte en parte vital, pues el reto consiste en identificar la forma de establecer lazos adecuados para conjugar estos desarrollos en la propuesta de diseño. La conciencia ambiental y el compromiso social con el mejoramiento de la calidad de vida, son aspectos vitales a ser abordados en todo proyecto desde dicha perspectiva.

Un verdadero impacto se conseguirá haciendo modificaciones en las formas de articular los nuevos conocimientos, intensificando y extendiendo la relación entre éstos: en dicho «sistema de innovación» el avance de cualquiera de los ámbitos involucrados se traducirá en nuevas ideas para cada proyecto. De esta manera es posible obtener un marco de referencia que permita desarrollar la capacidad de responder creativamente a nuevos escenarios con innovación. El diseñador industrial estaría preparado para las eventualidades de los posibles futuros evaluados, gracias a la prospectiva y el pensamiento complejo, por medio de los cuales es posible generar mejores respuestas gracias a la comprensión integral de las variables incidentes en cada problemática. Con esta clase de enfoque, la profesión podrá ganar:

  • reconocimiento social por el aporte substancial en el mejoramiento de la calidad de vida a través del desarrollo de producto, y
  • espacio dentro de las compañías al reconocerse la importancia de su labor en la traducción de las necesidades del mercado y en la comunicación efectiva de sus estrategias organizacionales.

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  1. CHAVES, Norberto. «El oficio de diseñar. Propuestas a la conciencia crítica de los que comienzan», Ediciones GG, 2001 (19).
  2. Falta referencia
  3. En el trabajo prospectivo anterior a la conceptualización se estudian las variables: limites externos, que son el contexto socioeconómico y sociocultural, y los limites internos (aspectos industriales y de distribución, aspectos comerciales y de comunicación). LECUONA, Manuel. Programa de doctorado: Nuevos Fundamentos del Diseño Grafico e Industrial 2002. Asignatura «Diseño y Comunicación: Nuevos Paradigmas» (6).
  4. CHIAPPONI, Medardo. «Cultura social del producto. Nuevas Fronteras para el Diseño Industrial», Ediciones Infinito, Primera Edición, Buenos Aires, 1999 (19).
  5. M.L. Martiarena. «Los Paradigmas de la Era del Conocimiento: Los sistemas, las regiones y los esquemas de poder», Revista Iberoamericana de ciencia, tecnología, sociedad e innovación. Nº 5, Enero-Abril 2003 (2). Al hablar de «Sistemas de innovación» me refiero a un marco de acciones como los procesos de desarrollo que ejecutan organizaciones productivas como TOYOTA, al integrar directamente al personal operativo en la optimización de sus procesos, o IDEO, que aborda las problemáticas en forma multidisciplinar, integrándose a los afectados e interesados en la búsqueda de las mejores soluciones.
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