El valor de las exposiciones de diseño gráfico

El objeto diseñado, fuera de su contexto, permite observar y valorar facetas que en su contexto real pasan desapercibidas.

Sofia Escudero, autor AutorSofia Escudero Seguidores: 33

Fernando Rodríguez Álvarez, editor EdiciónFernando Rodríguez Álvarez Seguidores: 216

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Los objetos son expresiones de un contexto específico circunscrito a una época, una cultura e incluso a ciertos usos más o menos extendidos, dependiendo de su tipología. Los objetos pueden tener una mayor o menor carga simbólica, mayor o menor uso funcional y mayor o menor valor estético. Pero en cualquiera de los casos, satisfacen una necesidad humana de adaptar los espacios de la vida. Esos ámbitos pueden ser físicos o mentales, entendiendo aquí por mentales, las necesidades intelectuales y emocionales. Así, existen objetos materiales que no resuelven necesidades físicas sino emocionales. Ejemplo de ello son las obras de arte: una pintura, una escultura.

Los objetos estéticos u obras de arte tienen como finalidad dar expresión a conceptos mentales, en muchos casos novedosos, a través de representaciones estéticas. Nos invitan a sumergirnos en espacios mentales a través conceptos que tiene como única finalidad la contemplación del objeto estético. En algunos casos, este objeto artístico tiene un contenido social, en otros un valor espiritual o intelectual, pero todos representan una reflexión filosófica sobre el ser, sobre lo humano, su condición de ser existencial y su relación e interacción consigo mismo y sus semejantes, con la naturaleza y el cosmos.

Los objetos funcionales tienen una vertiente de uso que resuelve situaciones o actividades concretas. En este contexto, el diseño industrial resuelve esas situaciones más o menos habituales en las acciones humanas. Pongamos por caso un teléfono móvil que resuelve la comunicación con nuestros semejantes en cualquier momento y lugar.

El diseño gráfico facilita la comunicación del objeto estético o funcional; viene a ser el «transportador del conocimiento» del objeto que orienta ese conocimiento a través de la comunicación gráfica. Este tipo de diseño se adapta a toda clase de soportes físicos y digitales, para transmitir de la manera más eficiente la información del objeto y otros datos relevantes, como la entidad que lo ha producido, el nombre del objeto, su descripción, etcétera, para enmarcar un recuerdo o concepto en los usuarios a los cuales va destinado el objeto.

Los espacios expositivos son lugares físicos —espacios arquitectónicos— que tienen como finalidad exhibir toda suerte de objetos para conocerlos y profundizar en sus usos y funciones. Esto no desvirtúa la finalidad última del objeto, sea funcional o estética. Ambos casos comparten el hecho de incorporar datos adicionales: año de creación, diseñador, usuarios finales, etc. Sin embargo, la mirada hacia el objeto contextualiza y delimita una estética, una época, reflejada en las características formales del diseño, los materiales empleados, así como el estilo, tendencia o valor estético preponderante, aplicado a su configuración y a su diseño gráfico particular.

Esta comunicación gráfica tiene, por lo tanto, unos aspectos estéticos delimitados por un contexto de época y un entorno cultural, sin olvidar requisitos definidos por el cliente final para quien se produjo. En cualquier caso, los parámetros estéticos quedan supeditados a la comunicación del objeto y, por lo tanto, quedan difuminados en el proceso comunicativo como mero vehículo de contenido e información.

Este hecho determina que en la mayoría de los casos los aspectos creativos del diseño gráfico pasen desapercibidos para el usuario final y, en algunos casos, incluso para el cliente que hizo el encargo, ya que la creatividad aplicada está supeditada a la comunicación.

Es por ello que las exposiciones de diseño gráfico, o de cualquier índole, ayudan a destacar aspectos de los objetos cotidianos que en un principio pudieron haber pasado desapercibidos. Sucede que en el proceso de descontextualización, el espectador está abierto a descubrir aspectos y facetas del objeto que en su entorno natural serían del todo complejos.

En conclusión, las exposiciones son espacios de observación en los que el público tiene la posibilidad de descubrir nuevas facetas de los objetos cotidianos descontextualizados; descubrir la importancia del diseño gráfico y su valor para ampliar la cultura material; conocer los estilos estéticos aplicados en diferentes épocas; e incluso vislumbrar una nueva visión o propósito de los objetos cotidianos y enriquecerlos con una comunicación gráfica aplicada que, en muchos casos, recupere una creatividad intensa que antes podía pasar desapercibida.

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