Crisis en la educación en diseño: De la responsabilidad social al consumismo superficial
Un análisis crítico sobre cómo las escuelas de diseño en Latinoamérica han abandonado la visión de responsabilidad social y humanista de la Bauhaus y Munari, priorizando la estética superficial y el consumismo.
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Como arquitecto frustrado que equivocadamente eligió estudiar Diseño Industrial, y siendo fanático de la Bauhaus y su profundo sentido social inculcado por Walter Gropius en una Alemania de posguerra, he notado con desagrado al pasar de los años, tanto en el ámbito académico como laboral, un creciente desapego que algunas escuelas de Diseño (arquitectónico, gráfico, industrial, de indumentaria, etc.) fomentan en la formación de las nuevas generaciones. Se favorece la imagen y la apariencia del proyecto, dejando de lado lo que alguna vez Bruno Munari dijo y que a mi parecer debería ser el centro de la educación profesional:
«El diseñador es un proyectista dotado de sentido estético que trabaja para el bien de una comunidad».
Esto de «el bien de...» obviamente puede interpretarse según el contexto de cada nación, escuela y estrato social, pero en México y Latinoamérica, un territorio lleno de necesidades palpables y evidentes que se presentan a diario, es incongruente que la educación superior evada casi a propósito aquel trasfondo de la disciplina que nos lleva como especie a buscar siempre una vida mejor, una mejor vida de calidad, más plena y saludable, y no solo adornada y llena de deseos pasajeros cumplidos desde plataformas chinas de compras en línea.
Pocos son los estudientes que en estos días he visto ocupados apasionadamente en el desarrollo de proyectos con impacto social o en herramientas de avance para los más desposeídos. Desde mis días de estudiante, estos raros especímenes éramos tildados de comunistas, soñadores, hippies come flores que no encajaban en la totalidad de los programas académicos. Lo preocupante, creo yo, es que esta tendencia se ve más a menudo en los salones de clase, tanto en estudiantes como en docentes.
La sociedad consumista, servidora de un extraccionismo rapaz, se refleja con más intensidad tanto en los alcances de las entregas estudiantiles como en los ejercicios propuestos por la docencia. Recordando que las generalizaciones son inútiles e inexactas (y aclarando que no quiero caer en ellas), noto día a día cómo esta tendencia crece en el espíritu de la profesión. Le Corbusier dijo: «Espacio, luz y orden; tan necesario como el pan y el descanso», frase casi perdida entre todas sus contribuciones a la materia y las de los demás que han teorizado sobre Diseño.
Marcel Breuer - Silla Wassily (B3) - 1926
El falso sentido de la estética y el estilo
No creo que la frase de Le Corbusier haya perdido valor o relevancia en nuestra actualidad por ser proferida hace cien años, sino por el cambio de visión y prioridades en la formación de los nuevos talentos. Como comenté, en mi escuela (CIDI UNAM) con arrogancia se decía:
«Que se produzca barato, que se vea caro y que se venda en un almacén de lujo».
Esta frase, casi obscena para una universidad pública, reflejaba la irresponsabilidad de nuestros docentes del taller de diseño, irresponsabilidad duplicada muchas veces por individuos sin acervo cultural ni sentido de la realidad objetiva. Conocimientos como los de Le Corbusier o Munari y demás se ven supeditados por un falso sentido de la «estética» y «estilo» de esencia superficial y simplona.1 Yo como docente de Educación Visual puedo notar incongruencias y desatinos casi ridículos en la configuración de composiciones 2D y 3D que responden a la prisa por fabricar o construir lo antes posible, vender y obtener ganancias sin importar ningún aspecto de la calidad, solo enfatizando la accesibilidad y la moda/tendencia en curso.
Desgraciadamente, veo a la sociedad capitalista y superficial reflejada en las aulas y programas escolares, pero aún más la veo en las ideas y formas de pensar de la mayoría de quienes las habitan, tal vez aun sin querer. Obviamente, no puede ser de otra forma, pues es nuestra actualidad, pero se supone que una educación universitaria fomenta el espíritu crítico y los valores más elevados de la humanidad. La única explicación que puedo tener es otra frase, esta dicha por Octavio Paz: «La crisis social coincide con la de los espíritus». Y lo que vemos a diario: el desinterés de los gobiernos por los ciudadanos de a pie.
- No se debería decir «estética». Prefiero hablar de «carácter formal». Cuando uno dice «estética» en nuestro contexto, dice todo y nada a la vez. El concepto de «estética» es propio de la disciplina filosófica y es un sustantivo.
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