Rodrigo Ampuero

La misma sopa recalentada, seguramente cara. Modificaciones tímidas e irrelevantes. Se pierde la oportunidad de cambiar. Ya el nombre «aerolíneas» huele a naftalina. Mi abuela hablaba de «botica» y «biógrafo». No se venden asientos en aviones... se vende la oportunidad de soñar con destinos y momentos felices. Para mí, no hubo mejor nombre que la ex «Volare» italiana. De ahí la gráfica nace fácil.

Me parece inoportuno seguir subrayando lo «brasilero» cuando la tendencia es globalizarla. Por otro lado, la percepción de los extranjeros respecto a la oferta brasilera en aspectos tecnológicos es negativa, independientemente de que tengan productos estrella en sectores aeronáutico, automotriz, etc. Simplemente solo han posicionado el deporte y turismo. En esta propuesta faltan la arquitectura, los envases, la publicidad, etc Propongo estudiar la emblemética multidisciplinariedad Olivetti para apreciar sus carencias.