José Carlos Ladrero Canales

Para mí, la imagen y la música son inseparables. Difícil decir qué me marca más en la vida: la música o el diseño gráfico. Cuando toco la guitarra, veo esa música en imágenes. Si diseño, necesito un fondo musical. En los momentos más «mecánicos», necesito acudir al jazz (Duke Ellington, Louis Armstrong, Count Basie…); en los momentos de buscar la inspiración necesito pasar por Led Zeppelin o ZZ Top (está claro que la edad de cada uno marca su momento y sus gustos…). Y los silencios. Leonard Bernstein dijo «La música puede dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido».

La tipografía merece el mismo respeto que cualquier otro rasgo que podamos utilizar en una solución creativa. Si nuestro trabajo de diseñadores tiene la vertiente mecánica y la artística, siempre causa polémica esta última por ser la que nos expone a los demás. Podremos fusilar un efecto, una foto. En cuanto a la parte mecánica esto es un «ejercicio de cocina». El problema salta cuando el resultado lo presentamos y lo divulgamos (la presentación del plato). Podemos cobrar el trabajo mecánico (incluso regalarlo) pero ¿cómo deben contemplar los demás la creatividad invertida en esfuerzo?

Un artículo muy oportuno y muy acertado. Yo llevo 25 años en el diseño institucional (municipal, para ser más exactos) y he experimentado (y sufrido como pocos) los deseos de «identificar» mensajes, programas, servicios, candidaturas, accesos, proyectos, edificios… tanto por parte de altos técnicos como de los políticos de turno. Un vaivén constante de simplificar-realzar-particularizar la identidad de todo o que se hace, a través del «diseño» de una MARCA. Si Durero echara un vistazo a esta sociedad de falsa comunicación interglobal, se lamentaría de la ocurrencia que tuvo al «marcar» tan sig

Un símbolo de estas características debería resultar identificable para cualquier individuo. Quizás es lo que se pretendía con la simpleza de colores. Pero ni la forma, ni la solución de la tipografía las encuentro adecuadas ni agradables. Recuerda excesivamente el diseño gráfico de los 80. Además, pierde mucho con el cambio de tamaños.