Andro Liuben Pérez Diz

Yo no estoy del todo de acuerdo. Considero que faltó explorar más aristas del asunto. Desde mi experiencia, considero que es natural que la capacidad de pago del cliente influya en el precio. Además, el diseño tiene un radio de acción tan amplio en la sociedad, que tanto clientes modestos como poderosos lo necesitan, de ahí que, además de natural, es completamente necesario ser flexibles a la hora de pasar factura.

Amigo Bonnaud, lo que se discute acá va mucho más allá de complacer gustos. De lo que se trata es de señalar los errores que se han cometido en el proceso de diseño y, al sabio entender de la mayoría, el pobre resultado obtenido. Está claro que trabajamos para un cliente, pero lo que no podemos es darnos el lujo de perder la noción de la profesionalidad y la práctica de conceptos y maneras de hacer elementales en una profesión como la nuestra, tan tristemente invadida por el autodidactismo y el desconocimiento.

El nuevo identificador del gobierno de Chile padece de un eclecticismo visual que conlleva a un resultado que deja mucho qué desear. Por un lado el isotipo es de una elevada complejidad, mientras el logotipo, por el contrario, transmite un mensaje completamente distinto, amén de otros muchísimos señalamientos que se le pueden hacer como realización, color y criterio tipográfico. Considero que la próxima propuesta de diseño debería estar respaldada y protegida de modo que prevalezca esencialmente invariable en el tiempo, como sí lo han hecho muchas marcas comerciales.

Considero que solamente el logotipo goza de una evolución feliz, aunque habría sido preferible trazos ligeramente más gruesos y menos contrastantes. Por otro lado, aunque la intención de simplificar y perfeccionar formalmente al león es loable, el resultado final deja mucho que desear. En mi opinión es un error creer que los efectos de tridimensión connotan modernidad porque sí. De no estar plenamente justificados y mucho mejor ejecutados lo que se obtiene es todo lo contrario.