Andrea Carmona Reyes

Aunque hoy la innovación sea un requerimiento común, la ligereza con que se aborda el término debe ser corregida. Los conocimientos e inquietudes adquiridas en el MIDIST, han sido significativos para diferenciar la innovación incremental de la radical y la disruptiva, las que pueden darse para satisfacer una necesidad de los consumidores o de quienes ofertan los servicios y/o productos. Norberto Chávez habla de una innovación superior que se naturaliza como si hubiera existido siempre y aquella innovación inferior correspondiente a modificaciones caprichosas que llaman la atención momentáneamente sin perdurar ni considerarse mejoras; alcanzar la primera requiere algo que la segunda no: experiencia.

Las empresas solicitan diseñadores para conseguir innovación inmediata, pero, con lo aprendido, ahora conocemos que los cambios de forma deberían corresponder a transformaciones de fondo en los procesos; por ende, los diseñadores debemos explorar las grandes posibilidades de la innovación incremental, podemos hacer lo mismo con metodologías distintas a las acostumbradas y en consecuencia, diversificar y enriquecer los resultados. Recordemos que, según Luis Ahumada, la innovación en diseño se produce con una necesaria investigación, es decir que, la creatividad o las soluciones creativas no se consideran, necesariamente, una innovación.

Entonces, ¿qué significa innovar en diseño?. Escribe Norberto Chavez que todo diseñar es innovar, sin embargo menciona una innovación superior e inferior, quizá una crítica, unos estándares.

Innovar en diseño, para mí, es un desafío complejo que debe ser estudiado con profesionalismo, empezando por la comprensión del término que se ha convertido en una mera tendencia superficial. Innovar en diseño gráfico, considerando los límites propios del lenguaje, significaría hacer nuestro trabajo con un enfoque deconstructivo, usando las tecnologías ya disponibles de forma diferente para procurar resolver las problemáticas del siglo.