Luis Parra

Antes que novedoso y original, debe ser atemporal y funcional, porque al igual que sucede en otras disciplinas como la música, son las ideas atemporales las que trascienden y quedan en la memoria colectiva, por encima de las modas e influencias. Además ya todo está inventado, lo que varía son los métodos para optimizar procesos.

No existe. Pero debemos impulsar que sea una realidad. Las Asociaciones de Diseño (Locales,Regionales o Nacionales), deben establecer normas claras del juego para todo oficio que dependa del diseño, desde profesionales que ejerzan libre e independientemente, pasando por la academia, e incluyendo a las empresas del sector creativo que se nutren del mismo. Así como existe para otras profesiones.

En la transmisión de conceptos didácticos para el diseño es necesario trabajar sobre la base de los modelos o referentes, sean estos positivos o negativos, ya, que en ese contrapunteo, es precisamente donde está la formación del criterio, fundamental para un desarrollo de principios autónomos. Si no se miran los modelos, se corre en el riesgo de la improvisación, o quizás del plagio, por eso es bueno aprender a discernir lo que funciona, de lo que no. Se trata de identificar variables, tendencias, estilos, con el único propósito de evolucionar en el diseño.

En la construcción de una sociedad existen múltiples sentidos de ética. Trabajar para un cliente «X» no significa despojarse de un sentido estrictamente ético, en principio porque si se es un profesional se debe asumir practicamente cualquier tipo de proyecto. El punto en discordia, es que si se trabaja en perjuicio de un grupo social, se estaría agrediendo la ética por la dignidad humana, pero cuando no se es un profesional, sino un mercenario del diseño, estos valores se transgreden con absoluta facilidad.

El concepto «pirata» tiene tanto de largo como de ancho. Existiendo alternativas como el software libre, lo que se debe hacer es propugnar por su utilización masiva, para forzar a las productoras de software comercial a reducir sus onerosas comisiones en beneficio de los usuarios. La otra alternativa es normatizar la práctica del oficio de tal manera, que todo el mundo se vea obligado a pagar por las licencias, e incluso los clientes a reconocer que el diseño es una práctica tanto o más seria que otras profesiones, aceptando pagar lo que realmente vale el trabajo. A todos nos toca por igual.