Miguelángel Carretero

Estoy de acuerdo con mucho de lo expresado. Es cierto, la teoría apuntala los proyectos, pero no los resuelve, aún se requieren las cualidades únicas del creativo (como las del artista) para generar las ideas finales. Tras la invención de la fotografía, los impresionistas tomaron lo que era de su interés y aplicaba en su quehacer, pero no sé convirtieron en fotógrafos.

Pienso que si estamos de acuerdo en que el software es una herramienta, el diseñador debería tener la libertad (y eso también es libre y sí gratuito) de decidir qué aplicaciones quiere usar. No se trata de «no abrir Windows o iOS», o de «sustituir a Photoshop o InDesign» (para lo que hacen, realmente insustituibles); sino de usar las aplicaciones que queremos para nuestro trabajo. La mayor virtud del diseñador es precisamente decidir, para eso nos pagan. O qué, si lo hacemos entre varios, ¿estamos dispuestos a hacer «trabajo libre» y «modificable»? Creo que no. Saludos.

Lucas, yo lo veo de manera diferente. Según yo, los estudiantes también podrían hacerse dependientes del software libre; hacerse ladrón es otra cosa, prácticamente nadie te enseña a eso, tú decides serlo, es un asunto de formación. Te diré que hay quien ve el costo de nuestro trabajo —por falta de comprensión— como un robo... ¿también podría ser gratis? No lo creo. Saludos.

La literatura, la música o el diseño, son actividades creativas exclusivas del hombre, la tecnología no puede suplirlas y nunca podrá. La tecnología es una herramienta y sólo eso, pero por sus posibilidades sistemáticas ayuda eficientemente a —por ejemplo— corregir la ortografía (hasta un poco de sintaxis), hacer patrones digitales musicales y repetirlos o trazar círculos perfectos y sugerir el centro o la tangencia de los objetos. La creación es propia del hombre. «(°O°)«

Lo que obtienes «al final del mes» no puede ser llamado, de ninguna manera, obra de arte, mucho menos si en el título de tu artículo le has llamado «artesanal». «(°O°)«

¡Ups! Ya me imagino a los jueces imponiendo su punto de vista y los diseñadores concursantes dando toda clase de argumentos, que podrían ser válidos. Por otro lado, los «demás» se darían cuenta de que existe esta disciplina, de que está relacionada íntimamente con la difusión y el éxito de un producto o servicio, y de que no hay (o no debería haber) nada improvisado. Prácticamente a diario encuentro profesionales de todo tipo que no entienden un ápice de tipografía (vamos, ni siquiera de qué se trata), color o imagen corporativa. Vamos, al menos por cultura general. «(°O°)«