Marcos Saravia

El artículo en sí, puede ser o no interesante. De cualquier forma, en mi entender, lo que en estos momentos importa, es tener presente la enorme saturación que existen de sitios de internet. Lo que hace que la mayoría de las personas les dedique muy poco tiempo a explorarlos. Además sinceramente, si lo que se ofrece no es bueno y conveniente para el cliente, difícilmente vaya a cumplir con éxito su cometido. Que siempre es el mismo, Vender.-

Es normal que toda institución privada o pública se plantee con el paso del tiempo la vigencia de aquellos símbolos que la han vendido representando en el mercado y en la sociedad.

La actualización de estos símbolos, frecuentemente convocan dentro de esa institución, un fuerte debate entre los que consideran que se deben modificar y poner nuevamente a punto y aquellos que opinan lo contrario.

En lo personal opino que cuando se trata de una gran marca representada por un isologo de fuerte tradición es mejor no tocarlo, cuando no se tiene una idea realmente clara sobre qué está aconteciendo con la incidencia del mismo en el mercado.

Creo que en este caso particular el cambio es gratuito. No solo no aporta nada nuevo, sino que manifiesta su debilidad en varios aspectos. Es tímido, le falta personalidad, no enfoca lo suficiente a la empresa y, si bien es claro y visible, no llama. Con seguridad apunta a un público más imberbe.

El problema no pertenece a los diseñadores gráficos, ni a su campo de acción. Tampoco es responsabilidad de los institutos de enseñanza, tampoco tiene que ver con los esfuerzos individuales, ni las horas de estudio. Ni del esfuerzo o habilidad que hayan despegado para conseguir un trabajo. El problema pertenece a la sociedad actual y su imposibilidad de dar satisfacción a las expectativas del cien por ciento de las personas que buscan su inserción laboral en determinada rama del conocimiento. El mercado expulsa al resto. Así les sucede a los diseñadores, a los sicólogos, sociólogos, odontólogos, abogados, médicos, carpinteros, herreros etc. No vale la pena lamentarse, porque así es la realidad, y es para todos por igual, y lo va a ser por muchísimo tiempo. Hay que insistir, tener paciencia y no perder de vista los objetivos. Y mientras tanto ganarse la vida con ingenio en lo que se pueda.

Pese a las carencias formativas que demuestran los actuales institutos de enseñanza profesional, en los que se hace un abuso inexplicable de las herramientas de computación, en desmedro del desarrollo de las capacidades creativas del alumno; donde se descuida la promoción de la organización, el método y del desarrollo sistemático de los procesos analíticos, provocando la expulsión al mercado de miles de diseñadores sin rumbo, que aparentan complicar las cosas;decía, pese a esto, el diseño y la profesión gozan de buena salud, habiendo alcanzado actualmente altísimos niveles de refinado profesionalismo. Y a lo que asistimos hoy es simplemente, a la masificación natural provocada por la mayor cantidad de oportunidades de que goza la gente para educarse. Surgen muchos diseñadores, como surgen muchos sociólogos, sicólogos, licenciados o artistas. La mayoría tal vez no llegue demasiado lejos, pero muchos otros, tal vez por capacidad, convicción u oportunidades, sí van a llegar y en condiciones.

Más allá de las posiciones de conciencia que puedan tener algunas tendencias del diseño, por su posicionamiento de compromiso social, el diseño por sí mismo, como toda actividad humana, tiende a superar el presente. Más allá de alguna frivolidad inevitable y de algún retroceso circunstancial en una sociedad de mercado, el diseño intenta mejorar el mundo. No es necesario que el diseñador adopte una posición militante ni un compromiso expreso, basta con ser honesto en su trabajo para que la moral se exprese consecuentemente. El hombre como la naturaleza tiende a corregir lo que funciona mal, por lo tanto el diseño está destinado a mejorar la calidad de vida de una sociedad.

Considerando que el diseño es una actividad creativa del hombre, indudablemente es arte. Tal vez una forma de arte con una intencionalidad más precisa, donde la combinación de materiales, imágenes y técnicas están más al servicio de expresar una idea que un simple sentimiento. Posiblemente es una expresión artística intelectualizada persiguiendo una función específica, pero en última instancia no escapa a la expresión artística.