Carolina Rei

Enhorabuena a Carlos Maraver. La demonización del jpg en impresión es generalizada, supongo porqué aún están con los jpg de hace un montón de años. Lo cierto es que en la immensa mayoría de los trabajos la pérdida es casi inapreciable (o totalmente inapreciable). Como en todo, hay que saber utilizar cada formato y cada compresión para cada cosa, pero los jpg actuales, son muy válidos y cargan menor la publicación.

Respecto al artículo, muy divulgativo.

Para la gran mayoría de trabajos un jpg al 10, 11 o 12 sirve (tiene unas pérdidas totalmente inapreciables). Y, si luego haces un pdf y no lo controlas ya se encarga él de comprimirlo. Otra cosa es que le metas un jpg a 72 cogido de internet

Importante el uso de estilos (y también de capas, creo que mucho menos usadas de lo que deberían).

Discrepo en el tema de [las] «sangrías (excepto en el primer párrafo del texto, que nunca debe llevar). » este es un uso relativamente reciente (tengo miles de libros con sangría en el primer párrafo), entiendo el argumento pero valoro y me gusta más la coherencia que todos los párrafos lleven sangría (pero cada cuál que aplique el criterio que le parezca, no hay ánimo de polémica).

(también entiendo el límite de los 600 carácteres en los post pero a veces es un coñazo).

Lo malo de este artículo es que tenga que existir, porque la mayoría de las reglas son tan de sentido común que no debería ser necesario explicitarlas (claro que, a base de darlas por supuestas todos los que no tienen sentido común se las saltan...).

Los temas de leer y corregir para muchos diseñadores es un trabajo que no les corresponde, ellos están por encima de estas cosas (y, encima, si lo haces, a menudo el cliente no lo valora).

Como otros yo también añadiría el control de viudas y huérfanas, personalmente cada vez que veo me pongo mala (y, la verdad se ven muchas).

Parece ser que el peor defecto de la Comic Sans es que la utiliza el vulgo (y encima, encargada por Microsoft!).

Hace un tiempo hasta se hicieron unas camisetas con «Optima, yo también la odio», ya son ganas de odiar una tipografía.