Germán Kemerer

¿Estamos dando el mejor servicio que podemos dar? ¿Sabemos negociar las condiciones de la "transacción"? ¿ponemos nuestros límites? ¿tenemos la flexibilidad para adaptarnos a las características de cada trabajo, cada cliente, cada circunstancia? ¿Vale realmente nuestro servicio la diferencia que puede haber con el precio de la competencia (por más "desleal" que la consideremos)? Un título, años de experiencia, o lo que fuese a lo que nos aferremos, no garantiza un mejor resultado y una mejor solución al problema del cliente. Yo me recibí hace 6 años, pero podría no haberlo hecho, y realmente no creo que hubiese afectado en nada en el desempeño de mi trabajo profesional. Los clientes llegan como producto de la calidad de nuestro ejercicio profesional. Y éste, del esfuerzo, ligado a la autocrítica y al perfeccionamiento permanente en todos los aspectos que nos competen (y que exceden por mucho la capacidad meramente técnica).