Fe en el futuro del diseño
Contra lo que algunos dicen, los diseñadores podemos hacer un mundo mejor.
AutorOscar Jimenez Seguidores: 1
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He leído con asombro, el texto «¿El diseño ha perdido el rumbo?» de Juan Carlos Darias. Hablar de pérdida del rumbo resulta un tanto peregrino o ligero si miramos el entorno y la influencia que el buen diseño ha tenido en la sociedad. No puedo afirmar que nuestra batalla contra el feísmo esté ganada —aún queda mucho por lograr al repecto—, pero si hacemos un balance en frío nos daremos cuenta de que se ha avanzado a grandes pasos en este sentido. Hoy hay mas profesionales sumados a nuestra lucha y la audiencia es más exigente. Para muestra, lance al mercado un mal diseño y una de dos: tendrá influencia o larga permanencia (por haber atravesado un proceso de adaptación) o desaparecerá.
No puedo negar que excelentes diseños son, en oportunidades, penosamente sustituidos por otros que lejos de hacer un aporte, reflejan una perfecta involución. Ejemplo de ello: los nuevos mapas del Metro de Madrid (que merecen un capítulo aparte), o los rediseños de identidad del Banco Mercantil en Venezuela y la Compañía de Correos de Mexico, por nombrar sólo algunos casos que he estudiado con detenimiento.
¿Pero cuál puede ser la causa de la ligereza y la involución? No puede acusarse a la tecnología de ser la causante de pérdida de rumbo del diseño, esto es como decir que la fotografía es la causante del desgaste del alma de las personas como se afirmaba cuando surgió.
Los nuevos profesionales de la comunicación visual actúan según se les ha formado y aplican los códigos aprendidos de generaciones anteriores. Tal vez quienes dejamos nuestra herencia, vivimos los últimos suspiros del diseño analógico —aquel del papel fotográfico pegado con cera—, luego la transición hacia la edición digital y más tarde la internet y la salida directa, no hayamos estado preparados para cambios tecnológicos tan rápidos como los que actualmente experimentamos; pero el nuestro es un oficio en el que, quién no este preparado morirá en el camino. O mejor dicho, tendrá sus últimos días vendiendo cualquier cosa en lugar de diseñar.
Los procesos siguen siendo conceptuales y funcionales para el diseño. Sigue siendo fundamental mantenerlos en los entornos académicos porque de otra manera los nuevos comunicadores visuales no serán mas que operadores que no sabrán otra cosa que manejar bien el software. Es tarea y obligación de las academias crear escuela, y si no se tiene esa capacidad hay que seguir alguna existente, porque son ellas las que van a enseñar los principios fundamentales, van a impartir «CULTURA», y son ellas las que van a hacer que ese profesional no sea un simple manejador de herramientas, un autómata. Hay que enseñar al futuro diseñador que la documentación es la base de un diseño con permanencia en el tiempo.
Es imperativo adaptarse a los nuevos tiempos sin perder el rumbo, el sistema es sabio, los que no tienen base vivirán en una eterna lucha por hacerse notar y finalmente desaparecerán. Los cambios cada día llegan mas rápido y nosotros debemos evolucionar con ellos. Los «qué» no serán nunca mas importantes que los «cómo», pero siempre serán mas visibles, por eso nuestro trabajo, aparte de la eterna lucha contra el feísmo, debe centrarse en hacer notar mas los «cómo».
Sin ánimo de hacer un largo credo como el que nos enseñaban en la Iglesia Católica, puedo decir que creo en el futuro del diseño: por avances tecnológicos como la impresión por demanda y la impresión digital, que disminuyen los tiempos de producción y permiten tiradas de menor cantidad de ejemplares a bajo coste; la salida directa, que permite que un medio esté mucho mas rápido en imprenta; las mejoras en la compresión de documentos, el aumento de los anchos de banda y la evolución de la Web, enfocadas siempre hacia la transmisión más rápida de datos; la información y la documentación siempre al alcance de la mano, que permite a los diseñadores poder acceder a ella sin aquella engorrosa experiencia de perder tiempo en densas bibliotecas, lo cual nos ayuda a generar mas opciones, más soluciones para un resultado final. Todo ello implica que tengamos más tiempo para formarnos mejor e investigar más y, por consiguiente, hacer una selección mas minuciosa del material que encontramos.
Creo en el futuro por los nuevos profesionales. Ellos podrán adiestrarse en todas estas tecnologías y tendrán la responsabilidad de evolucionar con ellas y adaptarse a las que vengan, no perderán tiempo encolando salida en papel fotográfico y pegándolo en sucias salas de fotomecánica (si es que alguien recuerda qué cuernos es fotomecánica), cómo lo hicimos quienes vivimos la transición en los 90. Este nuevo profesional tiene la meta de seleccionar mejor la información. Así su futuro estará marcado por el criterio que desarrolle, su capacidad para procesar la información y hacer el análisis efectivo para un resultado óptimo.
Creo en el futuro por la mayor cultura visual resultante de poder acceder a ver el trabajo de cualquier diseñador con un sólo click aunque este en Moscú, Madrid, Caracas o Buenos Aires. También hay mayor cultura visual porque, al ser más accesible la información y gracias de nuevo a la red, el mal trabajo y el buen trabajo puede ser apreciado por mas gente y el buen gusto resalta, eso traerá como resultado que se marquen más las tendencias anti-feístas y por consiguiente tendremos clientes más cultos que van a exigir mayor calidad. La calidad gráfica vende, si no pregúnteselo a Steve Jobs y su Apple, quienes con piezas simples con mucho blanco y el renovado «menos es más» han vendido millones de productos con un estilo que ha marcado un antes y un después. Hoy por la tarde cuando el nuevo diseñador «cuelgue» los bocetos por FTP, el cliente le enviara un mail diciéndole: «Fulanito, he visto otras cosas que me gustan más que esto, mira la página tal».
Tengo fe en el futuro y, lo mejor, mucha esperanza en que tendremos Éxito (con mayúscula). Lo feo será minoría. Los nuevos profesionales serán verdaderos comunicadores y no sujetos que manejan bien el Photoshop. Cuando el diseñador trabaja con pasión, porque le gusta lo que hace y ademas le pagan por ello, cuando el cliente ve los bocetos y dice: «Fulanito, esto me gusta mas que todo lo que he visto antes»; es el comienzo de un mundo mejor.
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