José Miguel Alías Ilarri

Vaya, Adrián... te has traído al «combate» a los colegas??

ja, ja, ja... (es broma)

Ahora, ya en serio, ¿a qué te dedicas realmente en tu trabajo desde que eres un «gestor estratega del diseño»?

¿Acaso a fustigar a los diseñadores diciéndoles cómo tienen que hacer su trabajo justificándote en que tú tienes una hipervisión «del bosque»?

No quisiera estar en su pellejo... (en el de tus subordinados me refiero) brrrr ¡que miedo!

Ahora ¿Qué opciones tienen ellos para superarse? ¿seguir tus pasos? ¿cambiar de empresa? ¿cambiar de oficio?

PD: también odio que esto se convierta en un vulgar chat

Escelente artículo de Joan Costa y excelente reflexión de Alejandro Paz Sifuentes.

Estoy totalmente de acuerdo con ambos.

Sólo apuntar que buena parte del problema viene de confundir la ilustración (que sí está más cerca del arte que del diseño) con el diseño.

Ciertas piezas gráficas cuyo diseño se fundamente básicamente en una ilustración (los carteles por ejemplo) suelen inducir a la confusión «diseño=arte» que impera en nuestra Sociedad.

Estimado Adrián Folco de Buenos Aires.

He releído tu artículo para verificar que no lo hubiera malinterpretado.

Lamento comunicarte que sigo pensando igual: cocinar tartas y organizar fiestas son oficios distintos, por mucho que disfracemos a lo 2º como «gestión estratégica pastelera».

Tu artículo se basa en una experiencia particular que –precisamente por particular y por mínima (apenas 2 años)– no merece semejante repercusión.

Es mi opinión.

Pero, claro, yo no soy diseñador «de primera»; sólo soy un profesional «llano» del grafismo con 17 años de experiencia (los últimos 6 como freelance).

El Ser Humano demuestra una gran capacidad para descifrar lo sumamente complejo pero, paradójicamente, emplea el mismo talento para complicar hasta la saciedad lo simple.

La auténtica definición del diseño es bien sencilla según el diccionario de la RAE: «Concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie».

Si los profesionales que comemos de esto nos empecinamos en disfrazar nuestro oficio con tanta palabrería «de diseño», no me extraña que el ciudadano «de a pie» confunda el diseño con el arte (en el mejor de los casos) y con la extravagancia (en el peor).

Como ocurre con todos los estudios, la auténtica formación se consigue aunando la teoría con la práctica.

¿Cuándo aprende uno realmente a conducir?

¿Cuando obtiene el permiso (licencia) o cuando lleva años circulando por las carreteras?

Yo lo tengo bastante claro.

Para todo en esta vida la experiencia es la madre de la ciencia.

Unos párrafos más abajo alguien se ha planteado: ¿Cómo nos comunicaríamos con colores?

Te respondo con otra pregunta: ¿Sabes qué es un semáforo?

Imagino, porque pareces estar vivo, que cuando te enfrentas a un semáforo eres capaz de traducirlo sin esfuerzo... ;-)

¿Eso no es comunicación? ¿Eso no es lenguaje?

Apruebo los concursos públicos organizados para anunciar eventos de interés sociocultural sin ánimo de lucro (fiestas populares, etc). En estos casos, el ciudadano común tiene todo el derecho a participar y el profesional del diseño que participe lo hará como un ciudadano más, sin considerar su participación como un ejercicio laboral (como si se tratara de un concurso popular de tortillas).

Sin embargo, los concursos organizados por empresas con fines lucrativos deberían ser prohibidos. No imagino restaurantes prestigiosos consiguiendo recetas gratis a través de un método tan deshonesto.

Totalmente de acuerdo, Adrián.

Eso se llama tener una actitud proactiva en la vida, tener la mente abierta y mantenerla fresca para crecer intelectual, personal y profesionalmente en cualquier área.

Pero, ¿qué tiene que ver eso con la «gestión estratégica del diseño»?

Es más, todavía no comprendo en qué consiste semejante concepto.

Suena genial pero no aporta nada nuevo y me huele al típico artificio para llenarse los bolsillos dando conferencias tan aparentes como insustanciales.

Sin ir más lejos, este largo debate no habla más que de lo bueno que es crecer en cualquier actividad.

El problema es que el significado del color aplicado en un diseño no debe descontextualizarse del mismo.

El rojo en una invitación de boda se asocia a la pasión de los novios. El mismo color en una señal de tráfico se asocia a la advertencia, a la prohibición. En un envase de refresco transmite fuerza, vitalidad. Etc…

Por eso no existen los axiomas (o normas infalibles) para gestionar el color en el diseño. Su aplicación depende múltiples factores que el diseñador debe considerar en cada proyecto.