Diseño: ¿cómplice o aliado del consumo?

Respondiendo al artículo «El consumo del signo», surge la incógnita de cuál es, o cuál debe ser, la relación del diseño con la cultura económica.

Alvaro Magaña, autor AutorAlvaro Magaña Seguidores: 98

Quizás el diagnóstico de Martín Álvarez Comesaña en El consumo del signo sea correcto desde el punto de vista de la constatación: describe la situación del hacer del diseño y su escenario inmediato. Sin embargo me resulta debatible el lenguaje y las implicaciones connotadas por los conceptos usados.

No discuto los aspectos «alienantes» de la globalización, la gradual pérdida de poder y representación simbólica que aqueja a las culturas débiles y recesivas en contraste con las megacorporaciones y su poder mediático. Sin embargo éste escenario se ha convertido en el marco conceptual que, queramos o no, se ha impuesto, con y sin el consentimiento de la gente. Contra toda previsión «humanista» —y no digamos «progresista»— ha conseguido, no sólo instalarse como un discurso único, sino que convincentemente ha demostrado que funciona, y que se solidifica como constatación de las prácticas humanas que la hacen posible; al punto que se ha llegado a creer que quizás la economía de mercado, que vive y sobrevive en el consumo, sea la forma evolucionada de la supervivencia del más apto. Cosa que nos suena indudablemente poco humana (o derechamente inhumana), pero que sin embargo es alegremente aceptada por la población devenida —con acceso al crédito mediante— en mercado y en grupo objetivo, consumidores de símbolos, de estatus y de marcas.

Los fetiches, la fragmentación, el consumo; conceptos a los que alude Álvarez Comesaña, a mi parecer suelen ser utilizados como juicios de valor sobre fenómenos que la propia gente en sus actos ha adoptado y cuya construcción, si bien exige la concurrencia del diseño (tal vez su complicidad), no es producto exclusivo de él, ni de lejos. A lo sumo podríamos alegar aquiescencia, pero nos faltaría analizar si dicha aquiescencia no es también fruto de los intereses inmediatos de la disciplina de diseño: crear valor, abrir mercados, diferenciar productos, crear identidad a las empresas. Lo cual nos obliga a plantearnos si el diseño tiene claro para qué, a quién y cómo sirve.

La construcción de la realidad contemporánea, la occidental y la que no lo es tanto, sencillamente demuestra que hay lógicas y mecanismos (la globalización, la economía de mercado, el pragmatismo político y económico) cuyo costo social no puede cargarse solamente al poder de un eje central en oposición a una periferia, pues queda por ver si dicha periferia se adapta, acepta o tiene una orgánica mínima que decida oponer resistencia al cambio impulsado por el centro cultural dominante, que obviamente lo es también económico.

Y eso es materia de legalidad y constitucionalidad política.

Difícilmente el diseño puede oponerse a estas mecánicas, a lo sumo puede criticarlas fundiéndose en ellas, en la lógica de consumo y asimilándose con el mercado, pues de allí proviene su justificación como valor económico y por cierto, si no lo hace corre el peligro de desaparecer cómo actividad significativa.

El diseño existe porque hay industria y estándares, porque hay economía y consumo. No creo que tenga mucho sentido analizar su rol o su participación en la cultura, desde una cierta suspicacia antiglobal, ignorando que el fetiche, el consumo, lo aspiracional, con lo negativo que nos parezca, forma parte de la naturaleza humana y es un excelente material de trabajo para la comunicación eficaz. Una oportunidad de desarrollo.

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Retrato de Trina Contreras
1
May. 2013

Me parece inevitable la participación del diseño para cuestiones de consumo, ya que permite dar salida a toda una serie de estrategias elaboradas bajo una multidisciplina. Sin embargo, hay que considerar que el diseño no solo es partícipe de procesos consumistas, ni el único responsable como ya se mencionó, sino más bien cabe aclarar que cuenta con los elementos necesarios para estar inmerso tanto en eso, como en en muchas otras cosas más, es decir que el diseño puede ser parte de la generación de un cambio de conducta positiva, puede ser vinculador entre diferentes grupos de personas, etc.

2
Retrato de Cesc Aldabó
0
Mar. 2014

Exacto!, es cierto que el diseño forma parte del capitalismo, pero también tiene una función social muy importante, el diseño está en todas partes y no solo es una herramienta de persuasión, también lo es de movilización. First Thing First Manifesto 2000 Enlace

0
Responder
Retrato de Frank Trujillo
0
Abr. 2013

Tan buen tema y cero opiniones? aunque creo la respuesta esta en la conclusión del texto..el diseño industrial al menos como surge del capitalismo occidental es muy difícil se desligue del marco consumista y justo esa condición sido la gran decepción de mi carrera. Por eso quiero reenfocarme en algo que merme o ayude aliviar los efectos negativos socialas y medioambientales de ese consumismo

0
Retrato de Trina Contreras
1
May. 2013

Considero que independientemente de que nos encontremos inmersos en un sistema económico-político determinado, en gran parte la proyección del diseño se debe a la labor individual de cada profesional y a la ética que este tenga.

0
Responder
Retrato de Angie Tapia Rivera
0
Hace un año

Difícilmente el diseño puede oponerse a estas mecánicas, a lo máximo, puede criticarlas fundiéndose en ellas, en la lógica de consumo y asimilándose con el mercado, pues de ahí proviene su justificación como valor económico y por cierto si no lo hace corre el peligro de desaparecer como actividad significativa.

0
Retrato de Lady Alcívar
1
Dic. 2019

Es inevitable que el diseño no se relacione de cierta manera con el capitalismo. De hecho, el diseño de empaques es más que cercano a la producción en serie. Sin embargo, considero que a pesar de ello, es una profesión noble porque en el mejor de los casos, trata de diferenciar productos entre sí.

No trata a los consumidores como una sola masa, por el contrario, los individualiza. Entiende sus diferencias, sus necesidades, piensa en un "otro" y se sensibiliza con él. Creo que lo que hace la diferencia realmente, es el nivel de conciencia que tenga el diseñador. De cierta manera, es difícil llevar esta profesión sin vernos cercanos al capitalismo, pero allí entra el concepto y la intención. Creo que la lucha, debería ser con lo que carece de intención, lo vacío, lo absurdo. Creo que ese es nuestro papel, generar mensajes que despierten a una audiencia dormida y aburrida visualmente de ver lo mismo a diario.

0
Retrato de Noelia Baquerizo
0
Dic. 2017

Si bien es cierto, desde que la globalización logró su expansión a través de medios y de lo digital, se han definido estéticas específicas que guian a los diseñadores actuales. La creación de redes como Behance que si bien son un biblioteca de referentes y campo laboral incluso ah llevado a la comercialización de imágenes de diseño específicas-tendencias. Me parece que es inevitable que el diseño como oficio caiga en el capitalismo, sobretodo por el valor que tienen las imágenes hoy en día y la necesidad de una identidad visual que tienen todos los productos y servicios, sin embargo entender que sitios que ofrecen espacios para crear diseños por medio de plantillas llevan este capitalismo dentro del diseño a un extremo y es aquí donde se debe buscar tener una mente crítica de estas herramientas.

0
Retrato de Manolo Ampudia
0
Sept. 2013

Decadente

0
Retrato de Déborah Moloeznik
0
Déborah Moloeznik
Nov. 2011

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0

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