Ricardo Urióstegui

No deja de sorprenderme el tema del debate. Entiendo la necesidad de cobijarse detrás de las definiciones, para partir de la esencia misma de la letra escrita en el hacer. Comprendo la posición de autentificarse, de prestigiarse acercándose a lo que se considera un valor, pero ¿por qué tomar como referencia una indefinición (vease «El arte en estado gaseoso», Yves Michaud) para conseguir esa anhelada seguridad? ¿Por qué prestigiarse bajo una materia con otra historial, fundamentos y finalidades, que en última instancia, a su vez se acerca a los diseños buscando apoyo formal y renovación conceptual? Amerita profundizar en la historia de una y otra disciplina.