Diego Mourelos

Solemos ver el medio vaso vacío de las cosas. Desde que inicié mi carrera, hace 20 años, escucho la queja de los diseñadores respecto de los aficionados. Soy de la idea que todos tenemos un lugar en el mundo. Que los diseñadores hayamos estudiado no nos pone por encima de nadie. Un flyer para un comercio de barrio, no necesita obligatoriamente de un profesional del diseño.

Veamos la enorme cantidad de puestos de trabajo que generó el diseño en estos últimos 20 años. Con los clientes lo mismo, hay quienes invierten y quienes prefieren evitarlo. El diseñador puede elegir, el aficionado no.

La web 2.0 nos está sorprendiendo a todos, nos agarra desprevenidos, porque nadie pudo mensurar sus efectos a nivel social, laboral, etc. Todos estamos a merced de los avances tecnológicos. Así como he competido en cientos de presupuestos en los que algún colega se llevó el trabajo gracias a un precio irrisorio, cientos de veces vinieron a mí relatando que «el diseñador desapareció», «no lo atiende», «tardó 7 meses y me dijo 2».

Entonces digo: a quién le sea rentable el Crowdsourcing, pues que lo aproveche, al fin y al cabo no se aleja mucho de los «concursos de diseño».