Menos productos vs. más servicios

Un posible nuevo horizonte para el mundo y para el Diseño.

André Ricard, autor AutorAndré Ricard Seguidores: 503

Luciano Cassisi, editor EdiciónLuciano Cassisi Seguidores: 2014

El sistema socio-económico de la sociedad occidental se estructuró como resultado de la Revolución Industrial del siglo XIX. El empleo de máquinas de gran productividad en los procesos industriales, hizo posible la fabricación masificada de bienes de consumo, de pronto asequibles para un amplio sector social hasta entonces marginado. Los avances tecnológicos, hicieron así posible multitud de aparatos y herramientas que proporcionaron una notable mejora de la calidad de vida. La naciente clase media a la que estos bienes se destinaban fue a la vez la nueva mano de obra que esa sociedad industrial necesitaba.

Este sistema de producción industrial masificado —en esencia socialmente beneficioso— entraña también riesgos si se descontrola. En efecto, las instalaciones industriales están previstas para seguir produciendo bienes, aun cuando las necesidades perentorias estén ya ampliamente cubiertas. Entonces se desbarata la relación que ha de existir entre lo que es producible y lo que la sociedad realmente necesita. La sensatez de origen del sistema se pierde. Se idean entonces artificiosos planteamientos para endosar todo lo producido a los mercados. La caducidad programada de los productos o lo del «usar y tirar» —que pretenden aportar mejoras o más comodidad— solo originan un inútiles y nocivos despilfarros. Se crea derroche y polución, lo contrario de lo que hoy precisa nuestro mundo. Las cosas que utilizamos en cualquier actividad debieran estar concebidas para acompañarnos muchos años. No solo por evidentes factores socio-ecológicos, sino también porque nos encariñamos con esas cosas útiles, fieles y eficaces compañeras de nuestra cotidianidad. Incitarnos a reemplazarlas cuando siguen sirviendo, no solo ofende a nuestra inteligencia sino también atenta a nuestra sensibilidad.

Cuando un sistema que nació por la confluencia de múltiples factores, tanto sociales como tecnológicos, pierde el norte y no es regido con sensatez, puede dar pie a peligrosos desvaríos. Si queremos evitar más desmadres productivos, que no solo agotan los recursos naturales disponibles sino también comprometen el equilibrio ecológico del planeta, hemos de cambiar radicalmente de rumbo. No se trata de frenar la creatividad inventiva, sino reorientarla hacia otros objetivos. Sin duda lo mas inmediato es, exigir a los bienes de consumo que se crean:

  1. que satisfagan necesidades reales,

  2. que generen mas bienestar,

  3. que rebajen gasto energético,

  4. que utilicen materiales respetuosos con el medio ambiente y

  5. que sean concebidos para tener una vida útil duradera.

Pero no se trataría de reconsiderar solo la esencia de lo que se produce. En busca de mejorar el bienestar colectivo, el potencial creativo, tecnológico, productivo y organizativo de que disponemos hoy ha de apuntar hacia otras metas más amplias.

Hay que ir mas allá de la insensible ayuda que nos proporcionan los entes materiales. La sociedad industrial anda sobrada de productos útiles que cumplen estereotipados programas operativos. De lo que se carece, es de otras ayudas más peculiares, menos genéricas. No podemos seguir confiando nuestra calidad de vida solo a unos bienes materiales de carácter general. Hemos de abrirnos a otro tipo de ayudas más próximas, en busca de un modelo de sociedad que sea capaz de ofrecer aquellos servicios que los ingenios tecnológicos nunca podrán facilitarnos.

Hemos de cambiar el rumbo. Invertir la marcha. Imponer unas nuevas reglas del juego que estimulen y faciliten la creación de servicios, que atiendan los múltiples problemas colaterales que conlleva la vida cotidiana. Servicios cercanos, específicos, adecuados a las diversas identidades, culturas y problemáticas que somos. La mejora de nuestra calidad de vida, pues de esto se trata, depende en gran parte de unas atenciones más personales. La dependencia no solo la sufren discapacitados y ancianos, todos tenemos (o tendremos) una que otra «discapacidad», pequeña o importante, para la que necesitaremos otro tipo de ayuda. Una ayuda paliativa que solo un trato más personalizado puede aportar. Este es el nuevo horizonte que hemos de pretender. Ese apoyo no puede limitarse a que nos prestan hoy los servicios sociales institucionales. La sociedad civil posee la creatividad y audacia necesarias para implicarse en ello y aportar otros servicios. La economía colaborativa es un buen ejemplo de lo que posibilitan las redes sociales que informan y conectan. Los portales de sharings al igual que los comparativos abren un nuevo tipo de ayudas más solidarias. Pero no todo ha de pasar por distantes contactos online. Pueden emerger pequeñas (o grandes) empresas o simples servicios personales que ofrezcan prestaciones sencillas, domesticas, de proximidad. Tendiendo así a una atomización y personalización de la actividad asistencial. Existen ya ejemplos que demuestran lo factibles que resultan ese tipo de servicios cercanos y necesarios. La mensajería, por ejemplo, o el baby sitting, el catering, el coaching, o porque no, la propia telepizza. Todos ellos servicios surgidos de forma espontánea para cubrir necesidades reales que hacían falta. Servicios acertados que facilitan ayuda para los pequeños (o grandes) problemas de la realidad cotidiana.

¿Y el diseño en todo ello? En ese contexto se abriría un nuevo frente creativo para el diseño en todas sus vertientes. Puesto que diseñar es detectar en donde se halla una carencia o un problema y luego saber resolverlo, esta misma capacidad analítica podrá aplicarse para detectar que tipo de nuevos servicios son necesarios y posibles para luego contribuir a implementarlos, con todo lo que estos precisan para su buen funcionamiento. Este seria el papel que el diseño podría ejercer en este plausible nuevo horizonte socio-económico.

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Ilustración principal del artículo El plagio en el diseño y sus matices
El plagio en el diseño y sus matices Todo diseño reconoce antecedentes, todo lo nuevo se basa en experiencias anteriores, y en ese proceso, inevitable y legítimo, también hay lugar para la mala fe.

Debate

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Retrato de Ronald Hernández
1
Abr. 2015

Lógicamente los diseñadores debemos adaptarnos a lo que el poder político imponen con cada ley y regulación, como lo hacen los demás agentes económicos. Creo que André Ricard peca un poco de ingenuo apelando a la sociedad civil sin darse cuenta que en España el Estado nos tiene arrinconados y que para lo único que le servimos es para pagar impuestos, una suerte de esclavismo que busca que las empresas y los trabajadores sostengan la cada vez más creciente red clientelar que viven del gasto público. Podemos ser muy innovadores y tener ideas geniales, pero si por un lado tenemos una estructura Estatal arcaica que solo pone obstáculos a la innovación y a las libertades individuales; pero además de ello vivimos en una sociedad que por adoctrinamiento político-religioso siente aversión al riesgo, le carcome la envidia y ve como diabólica la creación de riqueza, se puede llegar a la conclusión que la mejor opción es hacer oposiciones y ser parte del sistema extractor de rentas.

2
Retrato de Fernando Álvarez
0
Fernando Álvarez
Jul. 2015

Sería entonces lógico pensar en un ministerio del diseño y políticas de diseño. Siguiendo ideas de Lesley- Ann Noel. https://www.academia.edu/t/Pqz...

0
Responder
Retrato de Revista Logos
0
Mar. 2017

Buen día nos gusto mucho su articulo nos gustaría compartirlo en nuestra publicación impresa envió invitación: Enlace:logos-convocatoria-edicion-24&catid=73:imagenes-principal&Itemid=388 quedamos pendientes de su respuesta al correo revistalogos@uniboyaca.edu.co

0
Retrato de Fiorella Briz
6
Fiorella Briz
Jul. 2016

Este articulo me ha hecho ver, al diseño, si bien es cierto como un estilo de vida , holístico, de búsqueda constante, y del cual tenemos que dar un aporte importante, en conjunto con el resto de las actividades sociales. El diseño lo tenemos todos los días, somos parte de el y siempre hay que buscar la manera de explotarlo para un bien común pues diseño es comunicación y esta genera conciencia y contenidos indispensables para la interacción de las personas con el mundo

0
Retrato de Diana Betancourt
0
Feb. 2016

Yo opinó que este artículo nos motiva a poder avanzar en cuanto a la tecnología por medio del diseño, cuando se avanza y se innova de esta forma podemos ofrecer mejores servicios que favorezcan necesidades mediante diseño, construyendo niveles socioeconómico y calidades de vida mucho mejores , así como van avanzando y evolucionando los productos,así mismo van avanzando y evolucionando los servicios

0
Retrato de Luis Francisco Montero
6
Feb. 2015

¡Lo tomaré muy en cuenta! muchas gracias.

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Retrato de Alfredo Texis Michicol
6
Feb. 2015

excelente articulo

0
Retrato de Fredy Sarachaga Flores
0
Fredy Sarachaga Flores
Feb. 2015

Bien

0
Retrato de Isabel Campi
109
Feb. 2015

Totalmente de acuerdo pero me gustaría señalar que esto no es solamente un problema de diseño también es un problema político. Hemos de preguntarnos qué tipo de sociedad queremos y cuales deberían ser sus valores prioritarios. El mercado y las doctrinas neoliberales no creo que resuelvan por sí solos los problemas a los que apuntas. En la medida que existan gobiernos y empresas concienciados de que lo que realmente importa es el bienestar de los ciudadanos y no los índices macroeconómicos, entonces los proyectos brotarán.

3
Retrato de Manolo Luis Escutia
11
Feb. 2015

Como siempre, Andre Ricard reflexivo y contundente. Es cierto que la sociedad en general pide mas acciones que permitan un gran abancio de posibilidades para el bienastar común. La revolución industrial ha sido uno de los detonantes para facilitar el flujo de ideas, de producción y de diseño, en lo que a nosotros diseñadores nos conciuerne. También ha traído pareja una fiebre por produccir y producir para desechar lo anterior. Lo vemos con los móviles. Aquí se está creando una sociedad sujeta a la novedad (con mejorías en el producto) pero que nos lleva a una carrera imparable. Habrá que replantearse sobre la mejoraía en los productos de consumo y su desequilibrio ambiental.

2
Retrato de Luciano Kraliczek
11
Feb. 2015

Profunda y esperanzadora reflexión Sr. André. Aunque utiliza una frase que me hace un poco de ruido: "IMPONER unas nuevas reglas del juego". La Revolución Industrial ya impuso sus reglas y así nos va. ¿No sería más razonable y democrático "persuadir", "educar" y "proponer", en lugar de imponer? En relación al diseño, creo que apostando a la vigencia (de estilo) y a la durabilidad puede aportar al interesante paradigma planteado en el artículo.

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