Estando en la nube, con los pies en la tierra

Vivimos tiempos en los que hemos escuchado hablar mucho sobre la nube, tanto más que durante cualquiera de las tormentas más fuertes que hemos vivido.

Paulo Lucia, autor AutorPaulo Lucia Seguidores: 12

Mario Balcázar, editor EdiciónMario Balcázar Seguidores: 628

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«La nube» se ha transformado en un lugar común de encuentro, que nadie conoce bien dónde está y al que, por supuesto, es mucho más difícil de llegar. Sin embargo, más allá del marketing y el impulso que le ha dado al término, la nube existe desde hace muchos años, la usamos y la experimentamos a diario; por ejemplo, quienes tenemos correos en Gmail, Hotmail o Yahoo, entre otros.

Vamos a tratar de hacerlo simple, pongamos como ejemplo una computadora hogareña, donde están instalados programas y almacenamos una gran cantidad de archivos como fotos, videos, música y textos. Además de esta información, utilizamos diversos programas para editar y construir estos documentos, así como periféricos: cámaras y celulares, entre otros. Toda esta información la almacenamos en nuestra computadora, dentro de nuestro living, en el interior de nuestra casa. Bien, esto está cambiando.

Hoy en día todos esos archivos de almacenamiento, estas aplicaciones y nuestro entorno informático se encuentra en un lugar externo a nosotros, en algún servidor en internet disponible en todo momento. Ese espacio nuestro es de fácil acceso desde cualquier dispositivo y pueden correr muchos programas sin necesidad de tenerlos instalados en nuestra computadora, tableta o celular. De esta manera nuestros ordenadores y dispositivos son nexos entre la nube (archivos) y nosotros, lo cual plantea beneficios y desventajas a analizar en profundidad.

Supongamos de modo práctico que nos suscribimos a cualquier servicio de almacenamiento en la nube disponible (Dropbox, Google Drive, Megabox, etc.), donde tendremos una cantidad de espacio a utilizar y podremos conectar todos nuestros dispositivos. Entonces instalamos el servicio en nuestra computadora de escritorio en el hogar y en la oficina, también descargamos la aplicación para el celular y tableta. Podemos además conectar las fotos tomadas desde el teléfono y sincronizar nuestra agenda y contactos, entre otros.

Una vez hecho eso —de una manera muy simple e intuitiva— generamos un espacio común de intersección (como esos diagramas rayados que dibujaba con tiza mi maestra en la escuela), donde podemos compartir entre todos nuestros dispositivos la información que deseemos. Por ejemplo, si vamos caminando por la calle, sacamos una foto, se sube a la nube y se descarga en nuestra computadora o tableta. O si en la oficina, a la hora de irse a casa, guardamos el archivo Word con el que estamos trabajando y podremos leerlo en el viaje de vuelta desde el celular. De igual forma se guardará en el escritorio del ordenador, de modo que cuando lleguemos a casa podremos continuar con el trabajo sobre el mismo archivo.

El almacenamiento es uno de los usos que podemos dar a este servicio, pero en todos los casos se utiliza además  programas online sin  necesidad de tenerlos instalados en la computadora. Hoy es muy común poder editar un archivo desde cualquier dispositivo sin tener que instalar el programa en una computadora. Esto pasa con muchos sistemas que han migrado su dinámica de negocio de venta de software a renta, cobrando por el uso del programa de manera online.

Entonces, cuando hablamos de la nube, en realidad estamos hablando de un servidor (una computadora grande y estable) en algún lugar del mundo, que tiene un espacio disponible para todos, con el que podemos interactuar desde todos los dispositivos en todo momento, teniendo tan solo una conexión a internet.

Mientras escribo esta nota en mi iPad (sincronizado con el servicio de Google Apps) no pienso en que mi archivo pueda perderse. Cada letra, cada palabra que escribo se está guardando en la nube y en mi tableta, que podría romperla o me la podrían robar. Por suerte, los datos ya están guardados en la nube antes de pagar la cuenta.

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Ilustración: Fernando Aguirre

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Código QR: digitalmente tradicional Muchos anuncian la muerte del formato papel, argumentando que la tinta se secará para siempre y nunca más sentiremos el olor a hoja de diario o de libro viejo.

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Retrato de Paola Díaz
0
Mar. 2014

Un artículo bastante útil para quienes aún no usan dropbox, Google Drive o alguna nube.

0
Retrato de Paulo Lucia
12
Mar. 2014

Paola, muchas gracias por leer el

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