Diseño gráfico y poesía: el texto como generador de imágenes

He notado que los diseñadores tienen una afición por visitar constantemente blogs o páginas referentes a identidad corporativa, productos, ilustración, y a su vez a consultar en comunidades virtuales de artistas visuales. Sea de manera indirecta, ninguno de nosotros está ajeno a esto, e inclusive, quizás sea algo lógico, si se evita caer en fórmulas gráficas, o repetición, buscar estos «antecedentes» gráficos no tan lejanos.

¿Pero qué sucede cuando nuestras referencias no son imágenes sino palabras?, ¿hasta qué punto es viable la imagen escrita y no la imagen visual como parte de nuestro concepto generador? Muchas veces hemos escuchado comentarios u opiniones acerca de algunos trabajos, donde se alega evocación a trabajos gráficos existentes, o en el caso del diseño de autor, características gráficas que son notorias y generan cierta continuidad; pero rara vez —por no decir nunca— se establece una comparación con un texto de narrativa, teatro, ensayo o poesía. En parte se debe a que estamos constantemente rodeados de la inmediatez de los estímulos visuales de diversa naturaleza, que se diferencian de aquellos que solo propagan información por medio del texto, donde inclusive la información puede ser mucho más críptica. He ahí a su vez la complejidad del diseño editorial, por nombrar un ejemplo cotidiano de como se conjugan el texto y la imagen.

Me resulta imperativo recurrir a la poesía antes de diseñar o conceptualizar un proyecto. En algunas oportunidades, inclusive escribo. Esto funciona para mi como un silencio entre tanta resonancia visual; al igual que leer libros de diseño sin imágenes, o con pocas imágenes, lo cual es bastante subjetivo. Decir que primero fue la palabra antes de la imagen sería un error, ya que los mismos caracteres que evolucionaron a partir de los pictogramas del paleolítico superior, no son más que síntesis que connotan imágenes o abstracciones nuestras, que hacen que el hombre se exprese a través de sí por medio de la elipsis.

Dicho esto, pudiese ocurrir que se haga una prueba de las características gráficas que presentaría cada texto al ser trasladado a una o varias imágenes. Es pertinente llevar esto al trabajo, tanto comercial como personal, y comparar resultados. No me refiero a hacer un inventario de géneros literarios, autores y textos con imágenes y recursos gráficos, sino a despertar la sensibilidad a través de las necesidades de nuestros clientes y nuestro contexto, para comunicar con la misma eficiencia tanto el mensaje como su carga emotiva, y así, una vez más, socorrer esa necesidad incesante de relacionarnos y ser entendidos.

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